La luz de Mauricio Bueno en el Guggenheim

Redacción QUITO

Fue una ruptura. En un país que creció a la sombra de los volcanes, la silueta de dichos volcanes, como paradoja o como exorcismo, se convirtió en una impronta de neón sobre madera. Así, en 1976, Mauricio Bueno armó una nueva posibilidad estética para el arte de aquellos días con el ensamblaje Quito, luz de América.

Ese brillo ahora emprende vuelo hacia la colección del Museo Guggenheim de Nueva York, ciudad global en la cual Bueno vivió en su niñez.

La obra, con formato de 34,5 cm por 35 cm, será expuesta desde el próximo año.

La curadora cuencana Katya Cazar, con el respaldo de la Universidad San Francisco de Quito, gestionó este proceso. El camino no concluye allí. Cazar también ha preparado un volumen que revisa la trayectoria del artista quiteño. La publicación también verá luz en 2018.

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40 años de transgresión: una retrospectiva de la obra de Bueno en el Centro de Arte Contemporáneo.

Foto: guggenheim.org
Foto: guggenheim.org