¿Oro para el Ecuador?

Ángel Polibio Chaves

El triunfo de Richard Carapaz en los Juegos Olímpicos de Tokio fue motivo de gran satisfacción para todos. Sus declaraciones posteriores a la recepción de la presea dorada provocaron, sin embargo, una aguda polémica, en la medida en que algunos consideraron justa su apreciación en el sentido de que su triunfo era fruto de su esfuerzo y de ninguna manera por el apoyo que habría recibido del país, mientras que otros estimaban que sus expresiones no reflejaban el apoyo que el Ecuador, y entiéndase en él a todos los que somos parte del mismo, habíamos prodigado a nuestro ciclista.

Sin embargo, más allá de la polémica que desataron las declaraciones del campeón, hay que destacar un hecho incontrastable: por mérito propio o con el apoyo generalmente insuficiente del país o de sus dirigentes,  en varias disciplinas deportivas hemos tenido enormes satisfacciones: desde las inolvidables proezas de Rolando Vera que nos alegraba el fin de año con sus triunfos en San Silvestre, la presea dorada alcanzada por Jefferson Pérez en marcha, las cumbres coronadas en condiciones excepcionales por Iván Vallejo, para mencionar tan solo unos pocos nombres de hombres y mujeres extraordinarios que con tesón y sacrificio luego de años de preparación y esfuerzo alcanzaban participaciones brillantes en los torneos en los que intervenían, son triunfos en disciplinas individuales, mientras que nuestras participaciones grupales no han sido siempre de lo mejor lo cual, más allá de la polémica, nos enfrenta a algo que debe llamarnos a la reflexión:  no logramos integrarnos en equipos y trabajar como tales.

Creo que es imperativo tenerlo en cuenta en nuestro sistema educativo: enseñemos a trabajar en equipo, lo que supone una gran dosis de solidaridad, de humildad, de generosidad; de plantearnos objetivos comunes; de pensar más en plural; entonces si podremos decir ¡el Ecuador somos todos!