El poder de la palabra

OBRA. El libro tiene 216 páginas.
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Por Oswaldo Paz y Miño

Mientras leía con deleite el sentencioso tomo que hoy compartimos, ‘Discursos que inspiraron la Historia’ de Jacob F. Field, a mi mente vino la palabra del que pudo haber sido, sin duda, el hombre del siglo XX: Nelson Mandela, un demócrata excepcional, un valiente y visionario ser humano, una víctima del odio racista y totalitario y, en su momento, un estadista prudente y conciliador: “Mi ideal más querido es el de una sociedad libre y democrática en la que todos podamos vivir en armonía y con iguales posibilidades”.

Cuando es usada bien, la palabra es poder y puede ser herramienta de paz y de guerra. En los momentos estelares de la humanidad ha sido materia viva, contagiosa, contaminante, para la resolución de conflictos, o para crearlos, para ajusticiar o para salvar, para matar o morir.

La palabra, en la voz del orador adecuado, puede ser tan letal como un arma de destrucción masiva. Puede envolver en bienestar o desdicha a pueblos y generaciones. Se pierde cuando la palabra está cargada de odio, sectarismo, resentimiento social y mala entraña, y es dicha de forma recurrente ante el pueblo que escucha aborregado, sometido, engañado. Detrás de estos farsantes con capacidad de oradores están nefastos nombres, que la humanidad y los países víctimas recuerdan con una palabra que los sátrapas poco dicen, pero practican: corrupción.

Obra
‘Discursos que inspiraron la historia’ es un libro excepcional, no hay palabra fuera de tono, pero sí de muchos tonos. Discursos, alocuciones, verbo, retórica envolvente, convulsionante, inspiradora, bien escogida y sustanciosa.

Maestros de la retórica escogidos desde el siglo V a.C. hasta nuestros días replican sus discursos, muchos de los cuales no han dejado de tener vigencia; quizá, incluso, han cobrado fuerza y vigor y su eco es más trascendente, en tiempos en que los corruptos se aferran a sus cargos, violando las leyes:

“Es hora de que se ponga fin a vuestra permanencia en esta Cámara, que habéis deshonrado con vuestro desprecio de toda virtud y profanado a través de la práctica de todos los vicios. No sois más que un grupo de sediciosos, enemigos de todo buen gobierno, un hatajo de miserables mercenarios, que venderían sin dudar a vuestro país… ¿Hay alguno entre vosotros que no haya canjeado su conciencia por viles sobornos? ¿Os importa lo más mínimo a alguno de vosotros el bien de la Mancomunidad? Os habéis hecho odiosos ante la nación entera. El pueblo os nombró para reparar sus agravios y ahora sois vosotros el mayor de ellos” (Discurso de Oliver Cromwell, 1599-1658). ¿Lector, no te parece conocida temática? ¿Aplicable en el siglo XXI?

Estos son ‘Discursos que inspiraron la historia’ desde el misterio de la palabra, que para Antonio Gala es la primera semilla del razonamiento. Dicha a plena voz por hombres y mujeres influyentes en la humanidad, tales como Pericles, Alejandro Magno, Julio César, Hernán Cortés, George Washington, Simón Bolívar, Robespierre, Abraham Lincoln, Winston Churchill y muchos más, que cada lector ha de descubrir mientras disfruta el libro.

FRASE

La palabra, en la voz del orador adecuado, puede ser tan letal como un arma de destrucción masiva”. Oswaldo Paz y Miño.

Perfil del autor
Jacob franz field (1983-)

° Historiador y escritor inglés. Licenciado en Historia por la Universidad de Oxford y doctorado por la Universidad de Newcastle. Investigador y articulista en revistas como History Review, London Journal y Urban History.

° Ha escrito varias obras de historia popular, así como un relato del impacto del Gran Incendio de Londres.

Por Oswaldo Paz y Miño

Mientras leía con deleite el sentencioso tomo que hoy compartimos, ‘Discursos que inspiraron la Historia’ de Jacob F. Field, a mi mente vino la palabra del que pudo haber sido, sin duda, el hombre del siglo XX: Nelson Mandela, un demócrata excepcional, un valiente y visionario ser humano, una víctima del odio racista y totalitario y, en su momento, un estadista prudente y conciliador: “Mi ideal más querido es el de una sociedad libre y democrática en la que todos podamos vivir en armonía y con iguales posibilidades”.

Cuando es usada bien, la palabra es poder y puede ser herramienta de paz y de guerra. En los momentos estelares de la humanidad ha sido materia viva, contagiosa, contaminante, para la resolución de conflictos, o para crearlos, para ajusticiar o para salvar, para matar o morir.

La palabra, en la voz del orador adecuado, puede ser tan letal como un arma de destrucción masiva. Puede envolver en bienestar o desdicha a pueblos y generaciones. Se pierde cuando la palabra está cargada de odio, sectarismo, resentimiento social y mala entraña, y es dicha de forma recurrente ante el pueblo que escucha aborregado, sometido, engañado. Detrás de estos farsantes con capacidad de oradores están nefastos nombres, que la humanidad y los países víctimas recuerdan con una palabra que los sátrapas poco dicen, pero practican: corrupción.

Obra
‘Discursos que inspiraron la historia’ es un libro excepcional, no hay palabra fuera de tono, pero sí de muchos tonos. Discursos, alocuciones, verbo, retórica envolvente, convulsionante, inspiradora, bien escogida y sustanciosa.

Maestros de la retórica escogidos desde el siglo V a.C. hasta nuestros días replican sus discursos, muchos de los cuales no han dejado de tener vigencia; quizá, incluso, han cobrado fuerza y vigor y su eco es más trascendente, en tiempos en que los corruptos se aferran a sus cargos, violando las leyes:

“Es hora de que se ponga fin a vuestra permanencia en esta Cámara, que habéis deshonrado con vuestro desprecio de toda virtud y profanado a través de la práctica de todos los vicios. No sois más que un grupo de sediciosos, enemigos de todo buen gobierno, un hatajo de miserables mercenarios, que venderían sin dudar a vuestro país… ¿Hay alguno entre vosotros que no haya canjeado su conciencia por viles sobornos? ¿Os importa lo más mínimo a alguno de vosotros el bien de la Mancomunidad? Os habéis hecho odiosos ante la nación entera. El pueblo os nombró para reparar sus agravios y ahora sois vosotros el mayor de ellos” (Discurso de Oliver Cromwell, 1599-1658). ¿Lector, no te parece conocida temática? ¿Aplicable en el siglo XXI?

Estos son ‘Discursos que inspiraron la historia’ desde el misterio de la palabra, que para Antonio Gala es la primera semilla del razonamiento. Dicha a plena voz por hombres y mujeres influyentes en la humanidad, tales como Pericles, Alejandro Magno, Julio César, Hernán Cortés, George Washington, Simón Bolívar, Robespierre, Abraham Lincoln, Winston Churchill y muchos más, que cada lector ha de descubrir mientras disfruta el libro.

FRASE

La palabra, en la voz del orador adecuado, puede ser tan letal como un arma de destrucción masiva”. Oswaldo Paz y Miño.

Perfil del autor
Jacob franz field (1983-)

° Historiador y escritor inglés. Licenciado en Historia por la Universidad de Oxford y doctorado por la Universidad de Newcastle. Investigador y articulista en revistas como History Review, London Journal y Urban History.

° Ha escrito varias obras de historia popular, así como un relato del impacto del Gran Incendio de Londres.

Por Oswaldo Paz y Miño

Mientras leía con deleite el sentencioso tomo que hoy compartimos, ‘Discursos que inspiraron la Historia’ de Jacob F. Field, a mi mente vino la palabra del que pudo haber sido, sin duda, el hombre del siglo XX: Nelson Mandela, un demócrata excepcional, un valiente y visionario ser humano, una víctima del odio racista y totalitario y, en su momento, un estadista prudente y conciliador: “Mi ideal más querido es el de una sociedad libre y democrática en la que todos podamos vivir en armonía y con iguales posibilidades”.

Cuando es usada bien, la palabra es poder y puede ser herramienta de paz y de guerra. En los momentos estelares de la humanidad ha sido materia viva, contagiosa, contaminante, para la resolución de conflictos, o para crearlos, para ajusticiar o para salvar, para matar o morir.

La palabra, en la voz del orador adecuado, puede ser tan letal como un arma de destrucción masiva. Puede envolver en bienestar o desdicha a pueblos y generaciones. Se pierde cuando la palabra está cargada de odio, sectarismo, resentimiento social y mala entraña, y es dicha de forma recurrente ante el pueblo que escucha aborregado, sometido, engañado. Detrás de estos farsantes con capacidad de oradores están nefastos nombres, que la humanidad y los países víctimas recuerdan con una palabra que los sátrapas poco dicen, pero practican: corrupción.

Obra
‘Discursos que inspiraron la historia’ es un libro excepcional, no hay palabra fuera de tono, pero sí de muchos tonos. Discursos, alocuciones, verbo, retórica envolvente, convulsionante, inspiradora, bien escogida y sustanciosa.

Maestros de la retórica escogidos desde el siglo V a.C. hasta nuestros días replican sus discursos, muchos de los cuales no han dejado de tener vigencia; quizá, incluso, han cobrado fuerza y vigor y su eco es más trascendente, en tiempos en que los corruptos se aferran a sus cargos, violando las leyes:

“Es hora de que se ponga fin a vuestra permanencia en esta Cámara, que habéis deshonrado con vuestro desprecio de toda virtud y profanado a través de la práctica de todos los vicios. No sois más que un grupo de sediciosos, enemigos de todo buen gobierno, un hatajo de miserables mercenarios, que venderían sin dudar a vuestro país… ¿Hay alguno entre vosotros que no haya canjeado su conciencia por viles sobornos? ¿Os importa lo más mínimo a alguno de vosotros el bien de la Mancomunidad? Os habéis hecho odiosos ante la nación entera. El pueblo os nombró para reparar sus agravios y ahora sois vosotros el mayor de ellos” (Discurso de Oliver Cromwell, 1599-1658). ¿Lector, no te parece conocida temática? ¿Aplicable en el siglo XXI?

Estos son ‘Discursos que inspiraron la historia’ desde el misterio de la palabra, que para Antonio Gala es la primera semilla del razonamiento. Dicha a plena voz por hombres y mujeres influyentes en la humanidad, tales como Pericles, Alejandro Magno, Julio César, Hernán Cortés, George Washington, Simón Bolívar, Robespierre, Abraham Lincoln, Winston Churchill y muchos más, que cada lector ha de descubrir mientras disfruta el libro.

FRASE

La palabra, en la voz del orador adecuado, puede ser tan letal como un arma de destrucción masiva”. Oswaldo Paz y Miño.

Perfil del autor
Jacob franz field (1983-)

° Historiador y escritor inglés. Licenciado en Historia por la Universidad de Oxford y doctorado por la Universidad de Newcastle. Investigador y articulista en revistas como History Review, London Journal y Urban History.

° Ha escrito varias obras de historia popular, así como un relato del impacto del Gran Incendio de Londres.

Por Oswaldo Paz y Miño

Mientras leía con deleite el sentencioso tomo que hoy compartimos, ‘Discursos que inspiraron la Historia’ de Jacob F. Field, a mi mente vino la palabra del que pudo haber sido, sin duda, el hombre del siglo XX: Nelson Mandela, un demócrata excepcional, un valiente y visionario ser humano, una víctima del odio racista y totalitario y, en su momento, un estadista prudente y conciliador: “Mi ideal más querido es el de una sociedad libre y democrática en la que todos podamos vivir en armonía y con iguales posibilidades”.

Cuando es usada bien, la palabra es poder y puede ser herramienta de paz y de guerra. En los momentos estelares de la humanidad ha sido materia viva, contagiosa, contaminante, para la resolución de conflictos, o para crearlos, para ajusticiar o para salvar, para matar o morir.

La palabra, en la voz del orador adecuado, puede ser tan letal como un arma de destrucción masiva. Puede envolver en bienestar o desdicha a pueblos y generaciones. Se pierde cuando la palabra está cargada de odio, sectarismo, resentimiento social y mala entraña, y es dicha de forma recurrente ante el pueblo que escucha aborregado, sometido, engañado. Detrás de estos farsantes con capacidad de oradores están nefastos nombres, que la humanidad y los países víctimas recuerdan con una palabra que los sátrapas poco dicen, pero practican: corrupción.

Obra
‘Discursos que inspiraron la historia’ es un libro excepcional, no hay palabra fuera de tono, pero sí de muchos tonos. Discursos, alocuciones, verbo, retórica envolvente, convulsionante, inspiradora, bien escogida y sustanciosa.

Maestros de la retórica escogidos desde el siglo V a.C. hasta nuestros días replican sus discursos, muchos de los cuales no han dejado de tener vigencia; quizá, incluso, han cobrado fuerza y vigor y su eco es más trascendente, en tiempos en que los corruptos se aferran a sus cargos, violando las leyes:

“Es hora de que se ponga fin a vuestra permanencia en esta Cámara, que habéis deshonrado con vuestro desprecio de toda virtud y profanado a través de la práctica de todos los vicios. No sois más que un grupo de sediciosos, enemigos de todo buen gobierno, un hatajo de miserables mercenarios, que venderían sin dudar a vuestro país… ¿Hay alguno entre vosotros que no haya canjeado su conciencia por viles sobornos? ¿Os importa lo más mínimo a alguno de vosotros el bien de la Mancomunidad? Os habéis hecho odiosos ante la nación entera. El pueblo os nombró para reparar sus agravios y ahora sois vosotros el mayor de ellos” (Discurso de Oliver Cromwell, 1599-1658). ¿Lector, no te parece conocida temática? ¿Aplicable en el siglo XXI?

Estos son ‘Discursos que inspiraron la historia’ desde el misterio de la palabra, que para Antonio Gala es la primera semilla del razonamiento. Dicha a plena voz por hombres y mujeres influyentes en la humanidad, tales como Pericles, Alejandro Magno, Julio César, Hernán Cortés, George Washington, Simón Bolívar, Robespierre, Abraham Lincoln, Winston Churchill y muchos más, que cada lector ha de descubrir mientras disfruta el libro.

FRASE

La palabra, en la voz del orador adecuado, puede ser tan letal como un arma de destrucción masiva”. Oswaldo Paz y Miño.

Perfil del autor
Jacob franz field (1983-)

° Historiador y escritor inglés. Licenciado en Historia por la Universidad de Oxford y doctorado por la Universidad de Newcastle. Investigador y articulista en revistas como History Review, London Journal y Urban History.

° Ha escrito varias obras de historia popular, así como un relato del impacto del Gran Incendio de Londres.