Cuando el pánico es un gran negocio

El CEO de Pfizer vendió $5,56 millones en acciones de la compañía (más del 60% de su participación) el mismo día en el que la farmacéutica anunciaba que su vacuna contra el coronavirus tenía una efectividad superior al 90%, su vicepresidenta ejecutiva también se deshizo de acciones que, ese mismo día, cerraron con un alza de casi un 8%. Desde entonces, han bajado a medida que, en el mercado y las bolsas, se enfría la noticia de la vacuna.

El 18 de mayo, Moderna cosechaba máximos en Wall Street con subidas del 30% al anunciar resultados prometedores de su vacuna. Al día siguiente, el presidente financiero de la empresa ejerció 241.000 opciones por $3 millones y los vendió, con un beneficio de $16,8 millones.

Escribieron Nuño Domínguez e Ignacio Fariza, en El País de España, que Pfizer “está cerrando contratos millonarios para vender su vacuna a varios países, pero lo cierto es que la única prueba pública de su efectividad es un comunicado de prensa de la propia compañía que no responde preguntas fundamentales”.

Moderna anunció que la efectividad de su vacuna es del 94%, pero sin aval que lo certifique.

Se aprovechan del pánico del público, azuzado desde los gobiernos, para armar jugosos negocios con los burócratas que deciden qué vacuna es buena y cual no, como si no fueran susceptibles de ser sobornados. A un funcionario le resulta fácil redactar un comunicado diciendo que una vacuna es excelente, total que, si después el gran público que ingenuamente cree en la “información oficial” sufre grandes daños, sencillamente lo tapan con propaganda.

Aun cuando no fuera obligatoria, que probablemente lo sea en países con poco respeto por la libertad, “la necesidad de vacunar” a gran parte de la humanidad es enorme y las ganancias siderales: un reconocido banco suizo las estima en $10.000 millones al año, solo en EE.UU.

Las personas se juegan la vida al decidirse por una vacuna y no son susceptibles de ser sobornadas y, si les resulta buena, se correrá la voz entre familiares y amigos y otros la tomarán. Este es el principal argumento para que las vacunas sean totalmente libres, además del respeto a un principio moral básico como es el derecho humano a la libertad.

*Asesor del Centro para la Prosperidad Global, Oakland, California.

@alextagliavini