Sentencia para educar

Por lo que ocurre a diario, robo y corrupción, creeríamos que todo ecuatoriano debe sentir indignación e impotencia; no es así, unos por sus debilidades cognitivas y otros, porque su preocupación es sobrevivir. No piensan, no reclaman, ni exigen enmiendas o ejecutan acciones.

La sentencia emitida en primera instancia en el caso “arroz verde” para rateros de fondos públicos, tiene una connotación más allá de lo jurídico. La prisión, pérdida de derechos políticos, reparación económica, publicación de la sentencia, disculpas públicas, capacitación en ética; la placa y la frase a colocarse: “Los recursos públicos siempre se deberán administrar honradamente con apego irrestricto a la ley, la función pública es un servicio a la colectividad, con sujeción a la ética como principio rector”, tienen un valor educativo importante.

No es posible aplicar el decreto de 1825 de Simón Bolívar, ‘la pena capital’ para quienes han malversado o tomado para sí fondos públicos, si ignoramos lo de Montalvo “… el que roba a la nación roba a todos”, si desistimos de la idea de un ciudadano: “me fusilo media docena de políticos y se acaba la corrupción”, o si, descartamos organizar, como en México, la “corrupchampions”, nombrando candidatos- aquí nos sobrarían- irlos eliminando y proclamar a quien hizo más méritos. Pero, algo hay que hacer.

La placa con su mensaje no se debe guardar en palacio, sino exhibirla con caracteres gigantes en todas las plazas de pueblos, ciudades, embajadas y oficinas públicas; escribirla en la carátula de los textos escolares y en cada aula, hablar en los minutos cívicos, desarrollar concursos con temas éticos y hasta retirar los retratos de algunos presidentes deshonestos que se exhiben.

Sugerencias educativas para evitar rendir culto a los ladrones y a la corrupción.

Fabián Cueva Jiménez