Democracia

Diana Luzuriaga Vera

En el transcurso de mi vida consideré que ser una buena ciudadana consistía en trabajar honestamente, cumplir las leyes, pagar impuestos, respetar las filas y a los demás. Pero indagando a mayor profundidad me di cuenta de que faltaba mucho más que eso, se requiere saber vivir en democracia.

La democracia como experiencia histórica tiene aproximadamente 2600 años. Su concepto puede tener múltiples significados y dimensiones: como ideal, como forma de vida, como régimen o como un conjunto de valores. Supone que todos los miembros de la comunidad son quienes toman las decisiones, respetando las diferencias individuales y ejerciendo el poder para beneficiarse del resultado.

Hablamos de una ciudadanía que decide y controla, pero la verdad es que carecemos de las capacidades necesarias para ello por falta de conocimiento político, por estar sobrecargados o simplemente desinteresados. Hoy, prácticamente no hacemos análisis o investigamos; solo leemos un titular o un tweet, automáticamente reaccionamos y emitimos una opinión. La lógica de los escándalos pone de manifiesto que somos una sociedad distraída.

Comprendiendo que los valores democráticos van más allá del quehacer cívico, la cultura política es la piedra angular de una sociedad demócrata. Por eso, el vínculo entre educación y democracia es básico para lograr ser buenos ciudadanos. Se trata de un hábito de vida con sentido de respeto por la opinión de los demás, cuyo compromiso moral implica debatir con conocimiento, participando propositivamente en nuestros espacios. Y desterrando el conveniente y servil “sí a todo” por ser absolutamente perjudicial para la libertad y el bien común. “No se hace un país diferente con gente indiferente”.

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