Notre Dame en llamas

Ugo Stornaiolo

Víctor Hugo y Quasimodo –“el jorobado”- miran incrédulos. El barrio de la Cité, trastornado. Las llamas arden y Notre Dame, símbolo de París, se incendia. En una catedral donde se resume la época gótica con influencias en Europa y América. Notre Dame sobrevivió a la revolución francesa y lo hará tras esta tragedia.

Sitio obligado en la ciudad, cerca de la Sorbona, mirando París desde arriba. Orgullosa, para quienes la visitaban. Conmueve mirar ahora la nave central destruida, en ese lugar simbólico para quienes profesan el catolicismo o quienes la admiran por su valor histórico y arquitectónico.

Se promete la reconstrucción en cinco años y se podrá acceder a ella en seis años. París es Notre Dame y la vida de esa ciudad, simbolizada en la novela de Víctor Hugo, no será la misma. Tomó 180 años terminarla y el fuego casi la acaba en nueve horas.

A Víctor Hugo le gustaban los edificios medievales. Veía imágenes extrañas, contaba Maurois en su biografía. El libro del ‘Jorobado de Notre Dame’ lo compran los nostálgicos, que quieren reconstruir la catedral en llamas, con su lectura. El jorobado no busca a la gitana Esmeralda: se arroja al vacío, mirando la aguja caer. “Una llama furiosa entre los dos campanarios”, profetizó el autor en 1831.

París es una ciudad resplandeciente y contradictoria. Sus monumentos siempre fueron criticados. Luego venía el perdón. Nadie creyó que la Torre Eiffel sobreviviría a la exposición universal de 1900 y ahí está. Notre Dame fue desacreditada porque su presencia, como escribía Víctor Hugo, demolería edificios anteriores al Renacimiento.

Viendo las llamas surgió la pregunta: ¿un atentado, como otros ocurridos desde hace algunos años en la ciudad luz o un accidente provocado por un corto circuito que propagó el fuego por la madera de los techos?

Para los que creen en símbolos, el incendio de Notre Dame representa el alejamiento, cada vez más evidente, del cristianismo en Europa. Solo el 21,8% de los católicos del mundo viven allí. Muchas iglesias se han convertido en museos, bares u hoteles. La semana santa no pudo iniciar peor. París tardará en recuperarse…

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