Periodista y politica

Eduardo Naranjo Cruz

La reciente celebración del día del periodista recuerda la función social de este profesional, que es informar con veracidad a su comunidad y al planeta, es decir transmitir información fidedigna, sin embargo, este enunciado teórico se torna poco probable, pues hay hombres y mujeres que decidieron afrontar este paradigma incluso a costo de su vida.

Aquí, el ejercicio periodístico, especialmente en la técnica de la entrevista en medios audiovisuales, en su mayoría ejercen abogados y otros, que por su entrenamiento locuaz son adecuados a la “empresa”, esto generalmente inclina opiniones al lado de la conveniencia política y de grupos de poder.

Algunos de estos se convierten en ejecutores políticos y alcanzan los beneficios del poder público y privado, está bien, es un derecho en una sociedad de creyentes, sin embargo, no es la actividad periodística esperada de acuerdo con los cánones universitarios.

También hay periodistas graduados que, tentados por el poder y el continuo roce con este, se sienten predestinados a ingresar en ese oscuro mundo, donde nunca salen bien parados. Otros se tornan transmisores de intereses nacionales e internacionales y filtran cosas que reciben de agencias o a veces de banqueros prófugos.

El público debe aprender a distinguir al buen periodista por su trabajo “sin favor ni temor”, que saca a flote cosas nefastas que afectan a ciudadanos y comunidades, cuando esto es posible y al menos siguen un código de ética sin caer en la tentación de aduladores del poder.

Ventajosamente, en el mundo y el país, hay algunos elementos valiosos a los que se debe reconocer su trayectoria indeclinable, regulando desvíos de políticas equivocadas y a veces tortuosas. Esta es profesión franciscana para los honestos y de lujuria para otros.

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