Los desafíos de la gestión del agua en Zamora Chinchipe

Los desafíos de la gestión del agua en Zamora Chinchipe
ACCESO. En El Kiim, las familias familias deben trasladarse hasta el río para realizar actividades cotidianas como lavar platos, y en ocasiones, recoger esa misma agua para consumo.

En esta segunda entrega, exploramos los retos financieros y ambientales que complican la gestión del agua potable en Zamora, así como las innovadoras propuestas que buscan garantizar su acceso.

A pesar de que casi el 74,70% de la población del cantón Zamora tiene agua potable, los problemas financieros continúan retrasando proyectos esenciales. El director de la Empresa Pública Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Zamora (EMAPAZ) señala que, aunque se han logrado avances, las dificultades administrativas y la falta de recursos afectan la expansión y el mantenimiento del sistema de agua potable. 

«La topografía montañosa y la dispersión de las comunidades hacen que las intervenciones sean costosas. Necesitamos apoyo económico para garantizar un sistema que realmente funcione», afirma. 

Además, agrega que EMAPAZ es una empresa pequeña con un presupuesto anual que oscila  700 mil dólares, de los cuales entre el 80% a 85% se destina al pago de nómina. 

 «El Gobierno cero recursos. El gobierno local cumple con construir infraestructura y el resto depende de EMAPAZ», concluye el director. 

Solicité una entrevista con el Municipio de Yacuambi pero hasta el cierre de este reportaje, no tuve respuesta. Sin embargo, según los informes de transparencia colgados en la página web, desde 2020 hasta el año en curso se adjudicaron contratos para proyectos de agua potable en localidades como Ortega Alto (I Etapa), parroquia Tutupali y Napurak, con montos que superaron los $24,000 cada uno, además de una inversión de $71,694.37 para la construcción de varios sistemas de agua en otras comunidades.  

A esto se suma que algunos contratos, como los destinados a consultorías para planes de acción ambiental, quedaron desiertos. Pese a las inversiones realizadas según los documentos de transparencia, los resultados aún no se traducen en una mejora palpable para la población. 

En 2022, la calidad del agua en Zamora Chinchipe tuvo una distribución dispar entre los cantones. Mientras que uno de ellos, El Pangui, se encontraba en la categoría A (Eficiente), dos estuvieron en la categoría B (Bueno), cinco en la categoría C (Aceptable) y uno en la categoría D (Deficiente), según los indicadores de calidad de agua a nivel provincial de la Agencia de Regulación y Control del Agua (ARCA), del 15 de diciembre de 2023. 

Desde 2019 a 2022, la calidad de los servicios de agua potable y saneamiento de Zamora Chinchipe no lograron alcanzar un estándar “Eficiente” a nivel provincial, y manteniéndose en un promedio de desempeño “medio”. El cantón Yacuambi ha permanecido en la categoría D, reflejando una deficiencia en el acceso a agua potable y saneamiento. Zamora, en cambio se ha mantenido dentro de la categoría Aceptable. 

Esto ha obligado a los habitantes, como Ana, quien prefirió no revelar su apellido “para evitar problemas”, a buscar fuentes de agua alternativas o a hervir el agua que consumen, un esfuerzo que consume tiempo y energía, y que no siempre logra garantizar la potabilidad.  

“Debemos buscar agua en otras fuentes o hervirla, pero no siempre es suficiente para todos en la familia. A veces me despierto antes de las 6:00 para caminar hasta un riachuelo que queda por La Paz, que está a casi una media hora de mi casa. Lleno varios recipientes y los llevo de regreso, pero es un trabajo duro y, para cuando llego, ya tengo que empezar con las demás tareas de la casa y el campo”, comenta Ana.  

Según la Ley de Recursos Hídricos, los municipios tienen la responsabilidad de garantizar el acceso al agua potable en todo el país. Sin embargo, en Zamora y Yacuambi, esta obligación no se cumple de manera efectiva. 

La respuesta de las autoridades para garantizar agua de calidad ha sido limitada. Los problemas presupuestarios y administrativos en el cantón Zamora continúan dificultando la implementación de soluciones. El director de la empresa pública de agua del cantón explica que la falta de financiamiento ha retrasado proyectos clave para mejorar la infraestructura hídrica, que mucha de la misma ya cumplió su vida útil, de la región. Además, tanto el Municipio de Zamora como el de Yacuambi enfrentan obstáculos para ejecutar proyectos debido a los elevados costos de mantenimiento de los sistemas de agua existentes. 

Consecuencias más allá de la salud  

El Kiim, ubicado en la parroquia La Paz, en el cantón Yacuambi tiene aproximadamente 135 habitantes de la nacionalidad indígena Shuar. Su territorio está rodeado por la Reserva Comunitaria Tiwi Nunka, que juega un papel crucial en la conservación de fuentes hídricas al proteger páramos y bosques. Sin embargo, el agua que había sido usada para satisfacer sus necesidades se ha visto amenazada por actividades como la minería, que han contaminado los ríos reduciendo la disponibilidad de agua para el consumo humano. 

Algunas familias de El Kiim deben destinar entre 20 y 30 dólares mensuales para la compra de agua embotellada, dependiendo del tamaño de la familia y su consumo. Además, quienes buscan fuentes naturales de agua recorren distancias que oscilan entre 2 y 10 kilómetros diariamente, implicando costos de transporte adicionales para quienes no pueden hacerlo a pie, no hay un transporte público, sino que deben usarse camionetas que prestan el servicio de movilización, cuya base de la tarifa es 1 dólar por carrera.  

En 2023, el Municipio de Yacuambi adjudicó un contrato para la elaboración de informes ambientales y la actualización del diseño del sistema de agua potable para El Kiim. Este proceso, con un presupuesto referencial de 4.500 dólares y un plazo de ejecución de 90 días, abarca análisis y estudios técnicos que comprenden periodos entre 2011 y 2022.  

Ana relata que su vivienda está aproximadamente a media hora del río Kiim. No paga el transporte en camioneta porque el río está cerca, y junto con sus dos hijas, pueden llevar el agua por su cuenta.  

“El río Kiim es limpio, traemos el agua y la hervimos. A veces vamos a cocinar allí, los fines de semana cuando ellas no tienen clases, ya que nos resulta más fácil. Vamos con la familia, y también aprovechamos para pescar. Antes era mejor, pero ahora casi no hay peces. Hasta mi casa aún no ha llegado el agua potable, la tenemos de un tanque que a veces se ensucia, pero como dijo el alcalde, en 2025 ya la tendremos, esperamos eso”, dice. 

La crisis del agua también tiene consecuencias ambientales. La contaminación de fuentes de agua por las actividades mineras, agrícolas o ganaderas ponen en riesgo la biodiversidad. Los ríos y manantiales, principales fuentes de agua en la región, son arrastrados por las lluvias y contaminados por sustancias tóxicas, lo que compromete los ecosistemas acuáticos. La alteración de estos ecosistemas también afecta a la fauna y flora local. 

Soluciones innovadoras para mejorar el acceso al agua 

El Proyecto de Inversión en Agua y Saneamiento en Áreas Rurales (PIASAR) es una iniciativa implementada en Perú para mejorar el acceso a agua potable y saneamiento en comunidades rurales y dispersas, especialmente en zonas con altos índices de pobreza y vulnerabilidad. Impulsado por el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento de Perú, el PIASAR se enfoca en proyectos sostenibles que buscan cubrir las necesidades de infraestructura y capacitación en gestión de recursos hídricos y saneamiento. 

El PIASAR no solo instala infraestructuras de agua y saneamiento, sino que también capacita a las comunidades para que puedan gestionarlas de manera autónoma. Este enfoque participativo garantiza que los beneficiarios tengan un rol activo en el manejo de los recursos, promoviendo la sostenibilidad del proyecto a largo plazo. 

En muchas áreas rurales donde no es factible conectar sistemas de agua convencionales, el PIASAR implementa sistemas de captación de agua de lluvia y soluciones de purificación adaptadas a las condiciones locales. Estas alternativas ofrecen soluciones efectivas para zonas con problemas de acceso a agua potable y sirven de modelo para otras regiones con retos similares. 

Al mejorar el acceso a agua potable y saneamiento, el PIASAR satisface una necesidad fundamental en las áreas rurales: el acceso al agua segura. Aunque no se establece explícitamente que su objetivo sea la reducción de enfermedades transmitidas por agua contaminada, el acceso a estos servicios básicos tiene efectos colaterales positivos en la calidad de vida y salud de las comunidades, al minimizar riesgos asociados a la falta de saneamiento adecuado. 

La metodología del PIASAR podría ser inspiradora para Zamora Chinchipe, donde la participación comunitaria y el uso de tecnologías sostenibles pueden ser claves para enfrentar problemas de acceso al agua. La implementación de sistemas de captación de agua de lluvia y la capacitación de la comunidad en su gestión podrían replicarse en esta región, adaptando el modelo a las condiciones locales y aprovechando la colaboración entre autoridades, instituciones educativas como la UTPL, y ONG locales. 

Asimismo, modelos exitosos como la Escuela Binacional del Agua desarrollada entre Ecuador y Peru, e impulsada por la Universidad Nacional de Loja, provincia vecina de Zamora Chinchipe y donde mucho de sus ciudadanos se forman, muestran cómo una gestión colaborativa y sostenible puede transformar la relación de las comunidades con este recurso vital. Esta iniciativa, centrada en la capacitación de operadores locales en técnicas de gestión, tratamiento y conservación de agua, permite que las comunidades rurales enfrenten de manera autónoma sus desafíos hídricos y reduzcan la dependencia de recursos externos. 

La implementación de un proyecto similar en Zamora Chinchipe podría traer beneficios significativos como la formación técnica y el conocimiento local pueden ser potentes herramientas para mejorar el acceso y el uso del agua en las comunidades, fomentando prácticas que preserven los ecosistemas de los que dependen. 

Dada la proximidad de Zamora Chinchipe a la frontera peruana, este modelo también puede facilitar el intercambio de experiencias y la integración de mejores prácticas entre ambos países. Restaurar y proteger las cuencas y nacientes de agua sería un pilar clave, asegurando un suministro sostenible a largo plazo.