La espera por agua potable que no llega

ACCESO. En El Kiim, las familias familias deben trasladarse hasta el río para realizar actividades cotidianas como lavar platos, y en ocasiones, recoger esa misma agua para consumo.

En Zamora Chinchipe, cientos de familias aún dependen de ríos y vertientes para sobrevivir. La falta de cobertura de agua potable, que apenas alcanza al 74 % en algunas zonas, exponen a comunidades enteras a riesgos de salud y desigualdad.

Aunque el agua que sale del grifo de la casa de María Mendoza es clara y parece limpia, la historia que la acompaña está marcada por años de enfermedades y desconfianza. María. A sus 65 años, María, que ha vivido toda su vida en Santa Rosa, un pequeño barrio del cantón Zamora, recuerda con claridad los largos trayectos hasta el Río Timbara o las interminables esperas para que el tanque de agua comunitario se limpie luego de las fuertes lluvias.

Durante años, el acceso al agua potable fue un lujo inalcanzable para ella y su familia. Sin conocimiento de los riesgos que enfrentaban, utilizaban un agua que parecía inofensiva pero que estaba cargada de bacterias y residuos. María no sabía que cada vaso de agua que ofrecía a sus cuatro hijas escondía el germen de constantes enfermedades, desde diarreas persistentes hasta dolores que pocas veces los remedios caseros lograban aliviar. Hoy, con agua potable finalmente llegando a su hogar, su alivio está mezclado con la frustración de los años perdidos, de los daños acumulados y de las preguntas que nunca encontró cómo responder.

«Mis hijas crecieron con diarreas constantes y dolores de estómago. En esos tiempos, nunca nos explicaban por qué pasaba», dice, con un suspiro. Solo en los últimos seis años, su barrio tiene agua potable. Y aunque la tiene, los daños que dejaron décadas de agua contaminada persisten. Para familias como la de María Mendoza, la llegada de este servicio básico es un alivio tardío, un cambio que trajo esperanza, pero también arrepentimiento por lo que ya no se puede remediar.

María Mendoza, al igual que muchos de los 1.705 habitantes de la parroquia Timbara, en la provincia de Zamora Chinchipe, ha enfrentado problemas de salud derivados de la falta de acceso a agua segura. Aunque se han realizado avances en infraestructura para los sistemas de agua potable, la señora sigue lidiando con problemas vinculados a la exposición prolongada al agua contaminada. Entre las más frecuentes están enfermedades gastrointestinales y los efectos de la bacteria E. coli.

PROBLEMA. En el barrio Santa Rosa el agua potable fue una realidad desde 2018.

En 2023, la Encuesta Nacional sobre Desnutrición Crónica Infantil (EDNI) reveló que, en el Ecuador, el 36,7 % de los niños menores de cinco años consumen agua contaminada con esta bacteria. En Zamora Chinchipe 6 de cada 10 niños consumen agua contaminada con E. coli. Es decir, un 61,7% de población infantil.

Lorena Poma, epidemióloga del Ministerio de Salud Pública Distrito Zamora – Yacuambi, explica que la diarrea causada por E. coli está directamente relacionada con la ingesta de agua contaminada.

«Los dos municipios, Zamora y Yacuambi, no tienen una cobertura del 100% de agua potable adecuada para el consumo humano. Muchas veces, el sistema de conducción también puede estar contaminado hasta llegar a los domicilios”, sostiene Poma.

Sin embargo, el Ministerio de Salud Pública reporta que, en los establecimientos de salud de la provincia, solo se registraron 2 pacientes únicos atendidos en consulta externa por infecciones relacionadas con E. coli en 2023, a pesar de la alta exposición. de la población a la bacteria.

En el cantón Zamora, sus habitantes reciben el agua de distintas fuentes. Según los datos del censo de 2022 del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo, el 74,70% de la población accede al agua través de la empresa pública, mientras que un 7,52% depende de juntas de agua. Otro 1,5% obtiene el recurso de pozos, un 16% recurre a otras fuentes, como ríos, vertientes, acequias, canales, grietas o agua de lluvia.

En el cantón Yacuambi, apenas el 30% de los habitantes accede al agua potable mediante la empresa pública, el 39% se abastece a través de juntas de agua, un preocupante 28% utiliza fuentes como ríos, vertientes y canales, y un 2% obtiene el recurso de pozos, exponiéndose a mayores riesgos de enfermedades por contaminación.

Poma insiste que la mala calidad del agua es un factor determinante para la diarrea que los habitantes de estos dos cantones, como María Mendoza, se acostumbraron a tener. Solo entre enero y julio de 2024 se registraron 99 casos de enfermedades diarreicas en menores de edad en ambos cantones. Son entre 15 y 20 casos mensuales en el centro de salud San José de Yacuambi.

La diarrea puede ser provocada por diversas infecciones bacterianas, virales o parasitarias. Entre las causas más comunes está la exposición a agua contaminada, alimentos en mal estado o prácticas de higiene inadecuadas. Un informe de la Enfermedad Diarreica Aguda (EDA) en el país, que abarca el período 2017-2022, muestra que 2017, se registraron 590.523 casos de EDA, y en 2019, 14.231 ingresos hospitalarios por diarrea aguda. De estos ingresos, el 28,57% correspondió a niños de 0 a 2 años , el 24,68% a menores de 2 a 4 años , y el 17,54% a niños entre 4 y 6 años.

REALIDAD. En el barrio Santa Rosa, desde el 2018 sus habitantes tienen acceso a agua potable.

Antes de la implementación del sistema de agua potable en 2018, los vecinos del barrio Santa Rosa, en la parroquia Timbara, los vecinos organizaron mingas para construir su propio sistema. Este esfuerzo implicó muchos desafíos: tuvieron interrupciones constantes en el suministro, acumulación de sedimentos y, durante las épocas de lluvia, agua turbia que complicaba aún más su consumo.

“Si llovía se ensuciaba el tanque y el agua se llenaba de lodo, y había días que ni podíamos usarla. Las familias colaboraban para mantener el tanque limpio, aunque sin la infraestructura lo que tomábamos era una preocupación constante. Yo creo que por eso nuestra panza ya es más débil”, sostiene María Mendoza.

Hace seis años, era común que los barrios en Zamora y Yacuambi tuvieran un tanque de almacenamiento que se llenaba con agua proveniente de fuentes cercanas como ríos o manantiales. Sin embargo, esta práctica tenía varios inconvenientes como que el agua podía contaminarse fácilmente con microorganismos, especialmente durante la estación lluviosa.

Luis Jiménez, un agricultor de casi 70 años, recuerda los años en los que episodios de diarrea y dolor de estómago afectaron su salud y frenaban sus actividades diarias, dejándolo sin ingresos porque debía decidir entre trabajar, ir a un centro de salud o esperar en su casa hasta que el dolor de estómago pase. Entre 2005 y 2018, además de trabajar en el campo, se encargó de cuidar y limpiar el tanque de agua que abastecía a familias como la de María Mendoza. Por esta labor, a veces recibía unos pocos dólares o se le eximía del pago de la tarifa del agua.

Sergio Tapia, director de la Empresa Pública de Agua Potable y Alcantarillado de Zamora (EMPAZ), dice que antes de que instalaran el sistema de agua potable en la parroquia Timbara, del cantón Zamora, en 2018 la situación era “lamentable”.

“Los tanques y las mangueras estaban contaminados con estiércol de ganado, y enfrentábamos un problema histórico con la calidad del agua, especialmente durante la temporada de lluvias», dice Tapia.

Según el director, las fuertes lluvias provocaban que los depósitos de agua se llenaran de ramas, basura y otros desechos que arrastraba la corriente, lo que resultaba en un suministro no solo sucio, sino también peligroso para el consumo humano.

“Hoy, el agua que se distribuye en el Timbara es segura para el consumo. Aunque las lluvias continúan siendo un desafío que no podemos controlar completamente, hemos logrado que el agua mantenga los parámetros de seguridad permitidos”, dice el director de EMPAZ.

Los desafíos de la gestión del agua

A pesar de que casi el 74,70% de la población del cantón Zamora tiene agua potable, los problemas financieros continúan retrasando proyectos esenciales. El director de la Empresa Pública Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Zamora (EMAPAZ) señala que, aunque se han logrado avances, las dificultades administrativas y la falta de recursos afectan la expansión y el mantenimiento del sistema de agua potable.

«La topografía montañosa y la dispersión de las comunidades hacen que las intervenciones sean costosas. Necesitamos apoyo económico para garantizar un sistema que realmente funcione», afirma.

Además, agrega que EMAPAZ es una empresa pequeña con un presupuesto anual que oscila  700 mil dólares, de los cuales entre el 80% a 85% se destina al pago de nómina.

«El Gobierno cero recursos. El gobierno local cumple con construir infraestructura y el resto depende de EMAPAZ», concluye el director.

Solicité una entrevista con el Municipio de Yacuambi pero hasta el cierre de este reportaje, no tuve respuesta. Sin embargo, según los informes de transparencia colgados en la página web, desde 2020 hasta el año en curso se adjudicaron contratos para proyectos de agua potable en localidades como Ortega Alto (I Etapa), parroquia Tutupali y Napurak, con montos que superaron los $24,000 cada uno, además de una inversión de $71,694.37 para la construcción de varios sistemas de agua en otras comunidades.

A esto se suma que algunos contratos, como los destinados a consultorías para planes de acción ambiental, quedaron desiertos. Pese a las inversiones realizadas según los documentos de transparencia, los resultados aún no se traducen en una mejora palpable para la población.

En 2022, la calidad del agua en Zamora Chinchipe tuvo una distribución dispar entre los cantones. Mientras que uno de ellos, El Pangui, se encontraba en la categoría A (Eficiente), dos estuvieron en la categoría B (Bueno), cinco en la categoría C (Aceptable) y uno en la categoría D (Deficiente), según los indicadores de calidad de agua a nivel provincial de la Agencia de Regulación y Control del Agua (ARCA), del 15 de diciembre de 2023.

CALIDAD. Categorías de la calidad del agua en Zamora durante 2022, según Agencia de Regulación y Control del Agua (ARCA).

Desde 2019 a 2022, la calidad de los servicios de agua potable y saneamiento de Zamora Chinchipe no lograron alcanzar un estándar “Eficiente” a nivel provincial, y manteniéndose en un promedio de desempeño “medio”. El cantón Yacuambi ha permanecido en la categoría D, reflejando una deficiencia en el acceso a agua potable y saneamiento. Zamora, en cambio se ha mantenido dentro de la categoría Aceptable.

Esto ha obligado a los habitantes, como Ana, quien prefirió no revelar su apellido “para evitar problemas”, a buscar fuentes de agua alternativas o a hervir el agua que consumen, un esfuerzo que consume tiempo y energía, y que no siempre logra garantizar la potabilidad.

“Debemos buscar agua en otras fuentes o hervirla, pero no siempre es suficiente para todos en la familia. A veces me despierto antes de las 6:00 para caminar hasta un riachuelo que queda por La Paz, que está a casi una media hora de mi casa. Lleno varios recipientes y los llevo de regreso, pero es un trabajo duro y, para cuando llego, ya tengo que empezar con las demás tareas de la casa y el campo”, comenta Ana.

Según la Ley de Recursos Hídricos, los municipios tienen la responsabilidad de garantizar el acceso al agua potable en todo el país. Sin embargo, en Zamora y Yacuambi , esta obligación no se cumple de manera efectiva.

La respuesta de las autoridades para garantizar agua de calidad ha sido limitada. Los problemas presupuestarios y administrativos en el cantón Zamora continúan dificultando la implementación de soluciones. El director de la empresa pública de agua del cantón explica que la falta de financiamiento ha retrasado proyectos clave para mejorar la infraestructura hídrica, que mucha de la misma ya cumplió su vida útil, de la región. Además, tanto el Municipio de Zamora como el de Yacuambi enfrentan obstáculos para ejecutar proyectos debido a los elevados costos de mantenimiento de los sistemas de agua existentes.

Consecuencias más allá de la salud  

El Kiim, ubicado en la parroquia La Paz, en el cantón Yacuambi tiene aproximadamente 135 habitantes de la nacionalidad indígena Shuar. Su territorio está rodeado por la Reserva Comunitaria Tiwi Nunka, que juega un papel crucial en la conservación de fuentes hídricas al proteger páramos y bosques. Sin embargo, el agua que había sido usada para satisfacer sus necesidades se ha visto amenazada por actividades como la minería, que han contaminado los ríos reduciendo la disponibilidad de agua para el consumo humano.

Algunas familias de El Kiim deben destinar entre 20 y 30 dólares mensuales para la compra de agua embotellada, dependiendo del tamaño de la familia y su consumo. Además, quienes buscan fuentes naturales de agua recorren distancias que oscilan entre 2 y 10 kilómetros diariamente, implicando costos de transporte adicionales para quienes no pueden hacerlo a pie, no hay un transporte público, sino que deben usarse camionetas que prestan el servicio de movilización, cuya base de la tarifa es 1 dólar por carrera.

ACCESO. En El Kiim, las familias familias deben trasladarse hasta el río para realizar actividades cotidianas como lavar platos, y en ocasiones, recoger esa misma agua para consumo.

En 2023, el Municipio de Yacuambi adjudicó un contrato para la elaboración de informes ambientales y la actualización del diseño del sistema de agua potable para El Kiim. Este proceso, con un presupuesto referencial de 4.500 dólares y un plazo de ejecución de 90 días, abarca análisis y estudios técnicos que comprenden periodos entre 2011 y 2022.

Ana relata que su vivienda está aproximadamente a media hora del río Kiim. No paga el transporte en camioneta porque el río está cerca, y junto con sus dos hijas, pueden llevar el agua por su cuenta.

“El río Kiim es limpio, traemos el agua y la hervimos. A veces vamos a cocinar allí, los fines de semana cuando ellas no tienen clases, ya que nos resulta más fácil. Vamos con la familia, y también aprovechamos para pescar. Antes era mejor, pero ahora casi no hay peces. Hasta mi casa aún no ha llegado el agua potable, la tenemos de un tanque que a veces se ensucia, pero como dijo el alcalde, en 2025 ya la tendremos, esperamos eso”, dice.

La crisis del agua también tiene consecuencias ambientales. La contaminación de fuentes de agua por las actividades mineras, agrícolas o ganaderas ponen en riesgo la biodiversidad. Los ríos y manantiales, principales fuentes de agua en la región, son arrastrados por las lluvias y contaminados por sustancias tóxicas, lo que compromete los ecosistemas acuáticos. La alteración de estos ecosistemas también afecta a la fauna y flora local.

Soluciones innovadoras para mejorar el acceso al agua

El Proyecto de Inversión en Agua y Saneamiento en Áreas Rurales (PIASAR) es una iniciativa implementada en Perú para mejorar el acceso a agua potable y saneamiento en comunidades rurales y dispersas, especialmente en zonas con altos índices de pobreza y vulnerabilidad. Impulsado por el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento de Perú, el PIASAR se enfoca en proyectos sostenibles que buscan cubrir las necesidades de infraestructura y capacitación en gestión de recursos hídricos y saneamiento.

El PIASAR no solo instala infraestructuras de agua y saneamiento, sino que también capacita a las comunidades para que puedan gestionarlas de manera autónoma. Este enfoque participativo garantiza que los beneficiarios tengan un rol activo en el manejo de los recursos, promoviendo la sostenibilidad del proyecto a largo plazo.

En muchas áreas rurales donde no es factible conectar sistemas de agua convencionales, el PIASAR implementa sistemas de captación de agua de lluvia y soluciones de purificación adaptadas a las condiciones locales. Estas alternativas ofrecen soluciones efectivas para zonas con problemas de acceso a agua potable y sirven de modelo para otras regiones con retos similares.

Al mejorar el acceso a agua potable y saneamiento, el PIASAR satisface una necesidad fundamental en las áreas rurales: el acceso al agua segura. Aunque no se establece explícitamente que su objetivo sea la reducción de enfermedades transmitidas por agua contaminada, el acceso a estos servicios básicos tiene efectos colaterales positivos en la calidad de vida y salud de las comunidades, al minimizar riesgos asociados a la falta de saneamiento adecuado.

La metodología del PIASAR podría ser inspiradora para Zamora Chinchipe, donde la participación comunitaria y el uso de tecnologías sostenibles pueden ser claves para enfrentar problemas de acceso al agua. La implementación de sistemas de captación de agua de lluvia y la capacitación de la comunidad en su gestión podrían replicarse en esta región, adaptando el modelo a las condiciones locales y aprovechando la colaboración entre autoridades, instituciones educativas como la UTPL, y ONG locales.

Asimismo, modelos exitosos como la Escuela Binacional del Agua desarrollada entre Ecuador y Peru, e impulsada por la Universidad Nacional de Loja, provincia vecina de Zamora Chinchipe y donde mucho de sus ciudadanos se forman, muestran cómo una gestión colaborativa y sostenible puede transformar la relación de las comunidades con este recurso vital. Esta iniciativa, centrada en la capacitación de operadores locales en técnicas de gestión, tratamiento y conservación de agua, permite que las comunidades rurales enfrenten de manera autónoma sus desafíos hídricos y reduzcan la dependencia de recursos externos.

La implementación de un proyecto similar en Zamora Chinchipe podría traer beneficios significativos como la formación técnica y el conocimiento local pueden ser potentes herramientas para mejorar el acceso y el uso del agua en las comunidades, fomentando prácticas que preserven los ecosistemas de los que dependen.

Dada la proximidad de Zamora Chinchipe a la frontera peruana, este modelo también puede facilitar el intercambio de experiencias y la integración de mejores prácticas entre ambos países. Restaurar y proteger las cuencas y nacientes de agua sería un pilar clave, asegurando un suministro sostenible a largo plazo.

Esta publicación hace parte de la serie de reportajes que son el resultado del programa de becas del proyecto DesenreDatos II, una iniciativa de la Universidad de las Américas -UDLA- con el apoyo del programa SinCero de la Cooperación Alemana GIZ Ecuador, implementado por DW Akademie y financiado por el Ministerio Federal para la Cooperación Económica y el Desarrollo (BMZ) de Alemania. El contenido de la publicación es responsabilidad de su autor y no necesariamente refleja las opiniones de la UDLA, GIZ, BMZ y/o DW Akademie.