La provincia de Zamora Chinchipe y Morona Santiago se convierten en epicentros de una nueva tendencia que combina aventura, naturaleza y sabiduría ancestral, atrayendo a miles de jóvenes lojanos ávidos de experiencias auténticas.
En los últimos años, un fenómeno fascinante ha tomado forma en las provincias de Zamora Chinchipe y Morona Santiago: el auge del turismo ancestral y cultural entre los jóvenes. Esta nueva modalidad de viaje, que combina la adrenalina del senderismo y la exploración de cascadas con la profundidad espiritual de los rituales indígenas, está redefiniendo la forma en que las nuevas generaciones se conectan con sus raíces y con la naturaleza.
Destinos como Gualaquiza, Zamora, Centinela del Cóndor y Yantzaza se han convertido en puntos de encuentro para aventureros de todo el país y el mundo. Estos lugares ofrecen mucho más que paisajes exuberantes; son portales a un mundo de conocimiento milenario y experiencias transformadoras.
El turismo ancestral no se limita a la observación pasiva. Los jóvenes viajeros se sumergen en la vida de las comunidades nativas, participando en rituales tradicionales y aprendiendo de primera mano sobre las costumbres que han sobrevivido al paso del tiempo. Ceremonias de purificación, danzas rituales y el uso de plantas medicinales son solo algunas de las experiencias que estos intrépidos turistas buscan con avidez.
María Fernanda Quezada, una guía turística local, explicó: «Lo que vemos es un deseo genuino de conexión. Estos jóvenes no solo quieren fotos para Instagram; buscan una experiencia que les cambie la vida, que les dé una nueva perspectiva sobre quiénes son y de dónde vienen».
El impacto de esta tendencia va más allá de lo personal. Las comunidades indígenas de la región, como los Shuar y los Achuar, han encontrado en este tipo de turismo una forma de preservar y compartir su cultura, al tiempo que generan ingresos sostenibles. Programas de turismo comunitario permiten a los visitantes alojarse en aldeas tradicionales, participar en la vida cotidiana y aprender sobre la cosmovisión amazónica.
El senderismo sigue siendo una de las actividades más populares, con rutas que llevan a los visitantes a través de la densa selva hasta cascadas majestuosas como ‘Los Dioses’, ‘La Poderosa’ y ‘La Chismosa’ en Zamora Chinchipe o las Cascadas del Wakis en Gualaquiza. Estas caminatas no son solo un desafío físico, sino también una oportunidad para aprender sobre la flora y fauna únicas de la región, guiados por expertos locales.
El éxito de esta forma de turismo ha inspirado a otros jóvenes emprendedores de la región a desarrollar proyectos innovadores que combinan la preservación cultural con la aventura. Desde eco-lodges diseñados con arquitectura tradicional hasta tours gastronómicos que exploran la rica tradición culinaria amazónica, las opciones para los viajeros continúan expandiéndose.

El cantón de Gualaquiza, de la provincia de Morona Santiago, se ha posicionado como un líder en esta nueva tendencia turística. Según la Dirección de Desarrollo Social y Económico de Gualaquiza, el municipio está apostando fuertemente por diversificar su oferta turística, abarcando desde el turismo cultural y de aventura hasta el ecoturismo, etnoturismo, agroturismo e incluso turismo científico y de salud. La infraestructura turística del cantón incluye varias agencias de viajes, además de una red de cerca de 20 establecimientos entre hoteles, balnearios y resorts. Un atractivo adicional es la presencia de guías locales bilingües, capaces de interpretar tanto en español como en shuar, facilitando una inmersión cultural más profunda. Destacan especialmente la Ruta Turística Jima-Valle del río Cuyes, una de las vías de conexión más antiguas entre la Sierra y la Amazonía, donde los visitantes tienen la oportunidad única de compartir con la nacionalidad Shuar, adentrándose en sus tradiciones, cosmovisión y gastronomía ancestral.
A medida que esta tendencia crece, se vislumbra un futuro prometedor para el turismo en la Amazonía ecuatoriana. El turismo ancestral y cultural no solo está revitalizando la economía local, sino que también está fomentando un sentido renovado de orgullo cultural entre las generaciones más jóvenes de las comunidades indígenas.
En un mundo cada vez más globalizado y homogéneo, el auge del turismo ancestral en la Amazonía ecuatoriana representa un contrapunto refrescante: una invitación a desacelerar, a reconectar con la tierra y a redescubrir la sabiduría que yace en el corazón de la selva. Para los jóvenes que emprenden este viaje, la Amazonía Sur no es solo un destino; es un camino hacia el autodescubrimiento y la conexión con algo mucho más grande que ellos mismos. (YP)
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