La violación sexual a menores por parte de sus familiares es más común de lo que se denuncia aseguran los expertos en temas de delitos sexuales.
Este delito incestuoso empieza en la misma casa donde habitan los menores y son vulnerados por padres, hermanos, abuelos y tíos.
Dolor
En la puerta de su casa, se sienta todas las tardes Lorena (nombre protegido) de 15 años. Ella espera a su mamá quien trabaja como ayudante en un restaurante, las dos tienen un grado de discapacidad intelectual.
Lorena nació producto de la violación de su madre por parte de su propio hermano y aunque la familia conoció del caso no quisieron denunciarlo por el miedo al qué dirán.
Esto lo cuenta un familiar cercano a las dos mujeres, quien añade que el tío y padre a la vez de la menor corre con los gastos de sus estudios para ayudar a la madre de la menor.
Este caso no es ajeno, en otro sector de la ciudad, una madre conocía que su hija fue violada desde pequeña, justificando que para que el padre busque otra mejor use a su hija como mujer.
El DATO Según la Organización Aldeas infantiles SOS del Ecuador, seis de cada 10 víctimas de abuso sexual son niños.
Secreto a voces
Estos casos son conocidos por la Policía y otros entes de control, pero todos coinciden en que este delito no es denunciado, aunque está tipificado en el Código Integral penal, dentro del artículo 170, numeral 1.
Pedro Chicaiza, jefe de la Unidad de Investigación contra la Integridad Sexual de Tungurahua, afirma que estos casos se registran más en las zonas rurales de la provincia, donde las víctimas pasan años en silencio antes de denunciar.
El uniformado sostiene que son menores de entre 5 y 15 años las que más comúnmente son víctimas de estas aberraciones.
“Estos casos de violación incestuosa existen, pero están normalizados dentro de las familias y poco se puede hacer si alguien no denuncia y las investigaciones se hacen de hecho”, dijo Chicaiza.
EL DATO La violación incestuosa, que incluye la muerte de la víctima, es penada con cárcel de 22 a 26 años.
Esto es corroborado por el trabajador social Paúl Silva, quien dice que estos delitos envuelven muchos factores.
“La pobreza, el maltrato físico y psicológico son agravantes para que se registren casos de violación sexual por parte de los familiares directos de un menor, llegando inclusive a procrear sin medir las consecuencias de los daños genéticos y emocionales que esto causa”, recalcó Silva.
El especialista dice que si bien es cierto estos casos se dan más en familias de condición humilde, en otros estratos sociales también existen, pero prefieren mantenerse en secreto para evitar el escarnio de la comunidad.
Señales para saber si un niño es abusado en casa
Comportamiento:
Señales físicas:
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Detección del problema
Ante esto el Colectivo de Ambato Ana de Peralta trabaja en una campaña de seguimiento para que estos hechos de violación incestuosa sean denunciados sin temor.
Maritza Gamboa, integrante del Colectivo afirmó que las investigaciones iniciaron hasta llegar a la Fiscalía de Pichincha donde registran cinco casos en 2021 en Tungurahua, de ellos dos tienen sentencia, uno está en investigación y dos tienen juicio.
Gamboa asegura que la intención es detectar más casos en la provincia para brindar acompañamiento a la víctima de abuso sexual.
Para ello se trabajará con entidades como los ministerios de Educación, Salud y Justicia.
TOME NOTA Las personas que conozcan estos casos pueden denunciarlos a Dinapen.
Impacto psicológico
Para el psicólogo infantil Alex Guerra, el impacto o daño psicológico es integral dentro del núcleo familiar, porque involucra a todos los integrantes cercanos.
“Cuando un menor es violado por su padre, madre, hermano, tío, abuelo, los cambios en su desarrollo son evidentes que muchas veces pasan desapercibidos por los demás familiares por interés”, dijo Guerra.
Es decir que el abuso sexual por parte de un familiar es terrible para quienes están en su entorno, por lo que prefieren pensar que el comportamiento de la víctima es por todo menos por el problema medular.
El psicólogo asegura que la detección de este problema es un trabajo que depende no solo de la familia, sino de políticas públicas que ayuden a detectar, educar y proteger de manera integral a las víctimas para romper esa cadena de abuso de todo tipo. (CNS)