El trinar de los pájaros ya se escucha cantar. La obscuridad aún viste de tinieblas místicas el sector.
A pesar de ser un sitio rural, alejado del bullicio de la ciudad, se escucha un sinnúmero de vehículos que tratan de llegar a esta localidad.
El ruido no perturba el ambiente, es que para los lugareños no es novedad, pues desde hace varios años se acostumbraron a ser visitados por gente de diferentes partes de la provincia y el país.
“Vienen en busca de el alivio de sus dolencias”, aseguran.
Y es que en la parroquia Los Andes, en Patate, en una finca ganadera se ofrece un brebaje, que quienes lo han tomado dicen que es ‘milagroso’.
Las personas que lo buscan aseguran que sana la mayoría de afecciones, pero en especial todo lo relacionado con los huesos, así como los problemas de tiroides.
El brebaje se reparte con los primeros rayos de luz, cerca de las 05:30 de la madrugada.
Búsqueda de alivio
Hasta allá llega don Luis Carrillo, de 86 años de edad, camina muy despacio y aunque continúa lúcido, asegura que los años le han cobrado factura.
Para él, lo más triste de la vejez es no poder movilizarse por su propia cuenta.
Relata que los huesos se le han ido desgastando de a poco y hace más de 15 años le impiden caminar bien.
“Probé de todo, pastillas, inyecciones, sueros, tratamientos, nada funcionó, hasta que por la voluntad de Dios conocí este sitio”, dijo al asegurar que por lo menos ahora puede moverse despacio, pero sin dolor.
Él lleva un jarro grande, con capacidad para casi un litro, asegura que en la cantidad está el remedio.
Don Luis sale cerca de las 04:30 desde Montalvo, en Ambato para llegar al sitio donde se encuentra el brebaje.
Mientras los dolientes llegan se forma una fila, donde incluso entre quienes van ya se conocen. Las labores de la finca arrancan.
Atiende desde las 05:30, todos los días.
De qué se trata
El olor a naturaleza, a ruralidad, a vida es inspirador, pues al son del trinar de los pájaros, las vacas de la finca también se ubican en sus lugares.
Pareciera que ya saben que su leche es parte del brebaje.
Los trabajadores de la finca empiezan la tarea, unos limpian a los animales, otros desinfectan los espacios utilizados por las personas.
“Haber seco, seco”, se escucha como primera parte del brebaje, se trata de la bebida ancestral de la Amazonía, la chuchuguaza.
Una copa a cada uno, se lo toma directo.
Unos tosen, otros hacen gestos, pero nadie se quiere quedar sin su copa de ‘seco’.
Luego, el mismo don Hugo, propietario de la finca, es el que reparte otro poco del ‘líquido sanador’, pero esta vez será acompañado con miel de abeja pura.
Una vez mezclados estos ingredientes cada persona debe acercarse directamente hasta los trabajadores, quienes ya están ordeñando a las vacas, para que esta leche sea depositada directamente en los jarros.
“No nos hemos inventado nada”, dice don Hugo Medina, propietario de la finca, al asegurar que las propiedades curativas de la chuchuguaza, la miel de abeja y la leche son conocidas mundialmente.
Para Medina, quien fue subdecano de la Facultad de Ciencia Agropecuarias de la Universidad de Quevedo, el ayudar al alivio de los dolores de las personas con este brebaje es una muestra de agradecimiento.
Cuenta que su madre falleció a los 94 años sin una dolencia de huesos, y él mismo experimentó alivio cuando le diagnosticaron artrosis a la cervical, enfermedad que le impedía mover su cuello.
Sin embargo, gracias a este tratamiento fue mejorando y ahora lleva una vida normal.
Según Medina, no tiene ninguna publicidad, la finca no tiene letreros, tampoco se publicita el brebaje.
“Simplemente la gente ha pasado la voz de acuerdo a su experiencia”, aseguró. Ahora son decenas de personas que lo buscan. (FCT)