Agricultores venden sus terrenos para dedicarse a otras actividades

CAMPO. Muchos agricultores prefieren sembrar como una actividad extra y dedicarse a otras actividades más rentables.

Carmela Jaque siembra cilantro, lechuga y otros productos, en el único terreno que conserva, pues los demás que heredó decidió venderlos y cambiar de actividad.

Compró maquinaria para hacer prendas de vestir y cuando no está en la feria agrícola de Quillán Loma se dedica a coser.

Asegura que el productor siempre lleva las de perder en el mercado, no existen condiciones justas para la venta por eso ya no es rentable dedicarse a esta actividad.

“Esto para mí es costumbre porque amamos la tierra, ser agricultor es duro, y no es una forma de ganar dinero” afirmó

Ella vendió su extensión de tierra a una constructora y afirmó que fue la mejor inversión que pudo hacer porque el metro cuadrado subió de precio en la zona, de 15 a 45 dólares, con las mejoras y ahora su casa cuesta un poco más.

María Chango, a sus 74 años, siembra nabo, acelga, col y lechuga, ella afirma que ser agricultor no es representativo y en el terreno se fueron sus mejores años, pero espera que sus hijos, a quienes les heredó algunos lotes, puedan invertir bien el dinero en algún negocio más rentable.

 

TOME NOTA
Más del 64% de la producción agrícola nacional 
está en manos de pequeños productores.

 

 “Tres meses tenemos que esperar para que nuestros productos salgan y sin contar con la inversión de dinero y tiempo que nos representa sacar nuestra producción al mercado para que nos paguen lo que quiera” contó Chango, mientras volvía a su casa con los atados de nabo que no pudo vender y dijo que servirían de alimento para los chanchos.

Estas historias son solo un ejemplo de los centenares de testimonios que cuentan los agricultores, quienes aseguran que han debido vender sus terrenos, al mejor postor, para cambiar de actividad y buscar opciones que representen menos inversión y más rentabilidad.

 

Compra y venta de terrenos

En zonas como Izamba, Cunchibamba y los Huachi, en Ambato, se puede observar el contraste de lo rural que fue y lo urbanizado, pues las construcciones van ganando territorio.

Cristina López, ingeniera civil, reconoce que comprar en las zonas rurales es mucho más conveniente, especialmente, para quienes se dedican a los proyectos de vivienda. Esto debido a que los costos son menos costosos en relación al casco urbano.

“Este tipo de negociaciones en zonas rurales tienen sus pros y sus contras para quienes venden sus tierras, pues mientras el agricultor decide comercializar con sus tierras, la plusvalía crece y pueden beneficiarse más gente del sector con las mejoras que se dan al cabo de un tiempo” dijo López.

Sin embargo, reconoce que la agricultura que antes era un potencial en determinadas zonas pierde protagonismo.

CIFRA: 3.200 METROS sobre el nivel del mar es el límite para construir en Ambato.

 

Entes de control

Manuel Guzmán, director de Avalúos y Catastros del Municipio de Ambato, se refirió a que las construcciones se rigen en función al Plan de Ordenamiento Territorial deben cumplir la normativa tanto en zonas rurales como urbanas.

En el caso de las áreas rurales, todas tienen zonas agrícolas que contrastan con los centros poblados, sin embargo, también hay zonas protegidas que no pueden ser intervenidas con divisiones, construcciones y siembra de productos que no sean propios de la vegetación.

En Ambato se pueden realizar construcciones hasta los 3.200 metros sobre el nivel del mar, pasada esta distancia se considera una zona de protección agrícola conocida como páramos comunales.

Esto, con el fin de no sobrepasar la frontera agrícola que por ley debe ser conservada y su protección está bajo la responsabilidad de los gobiernos parroquiales, municipales.

 

Normativa

En el contexto de la ley sobre la soberanía alimentaria, la Constitución reconoce, por primera vez en la historia el derecho humano a la alimentación adecuada como algo fundamental (artículo 13), y define la soberanía alimentaria como un objetivo estratégico y una obligación del Estado (artículo 282).

La normativa constitucional se inspira en un enfoque radical de la soberanía alimentaria, en el sentido de que va a las raíces de la inseguridad alimentaria y ordena el fomento de las agriculturas campesinas, de los recolectores, de la pesca artesanal, de la agroecología y de la biodiversidad por medio del acceso a la tierra (artículo 282), al crédito, a la capacitación, y al mercado, incluyendo las compras públicas (artículo 288). (CNS)

 

Otros datos

En Ecuador se decretó el confinamiento por Covid-19, el 12 de marzo de 2020; sin embargo, la producción agrícola no se detuvo, ya que de ella depende la alimentación del país.

La agricultura familiar campesina aporta el 60% de la producción de alimentos frescos que consumimos diariamente en las ciudades, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.