Recuerdos que marcan la FFF

Historia. La Fiesta y sus eventos son motivos de añoranzas.
Historia. La Fiesta y sus eventos son motivos de añoranzas.

Varias generaciones han vivido la Fiesta de la Fruta y de las Flores (FFF), cada una con sus respectivas anécdotas y recuerdos que son parte de la historia de este ícono ambateño, durante estos años las costumbres cambiaron y varios factores incidieron en la FFF.

Incluso las carretas eran parte de los eventos.
Carretas. Incluso las carretas eran parte de los eventos.

Mario Mora, exdirector de la Casa de la Montalvo, comunicador y conocedor de la historia de la provincia, es uno de los testigos de cómo han pasado los años en la Fiesta. Él creció en el Ambato post terremoto entre la reconstrucción de la ciudad y los juegos de la niñez.

EL DATO
Maruja Cobo, la primera reina de Ambato, fue elegida a 
través de boletos que se compraban y se ponían en una ánfora.

Mora nació en Ambato, en la maternidad del sector de la Medalla Milagrosa, en ese mismo barrio se encontraba la casa de sus abuelos donde vivió hasta los 15 años, a pocos metros del liceo Juan Montalvo donde estudio la escuela, y cuando creció solo tuvo que caminar un par de cuadras más hasta llegar al colegio Bolívar.

“Creo que hay unas palabras para sintetizar como fueron las vivencias de la niñez, Ambato era nuestro, porque éramos dueños de la ciudad, porque no había tráfico, ni problemas de delincuencia, los chicos nos tomábamos las calles, las plazas y los espacios para jugar y hacer la vida nuestra”, contó.

Varios disfraces y colores se utilizaban en cada evento.
Personajes. Varios disfraces y colores se utilizaban en cada evento.

Para él, la avenida Cevallos fue su cancha de fútbol en varias ocasiones, debido a que su padre tenía un almacén frente a la iglesia de Santo Domingo, donde pasaba varios días de la semana. 

“Todas las casas del sector eran bajas, teníamos nuestra gallada y jugábamos fútbol poniendo dos piedras en la esquina de la Montalvo y otras dos en la esquina de la Mera, si venía algún carro gritábamos que paren, que viene un auto, pero eso era cada media hora por lo menos”, comentó.

Los juegos

Parte de ese Ambato aún se encontraba destruido por el terremoto, uno de los lugares que recuerda es la iglesia de Santo Domingo, donde después de su colapso se construyeron con tapial un muro que encerraba toda el área del templo.

“La pelota caía ahí adentro, así que hicimos unos huequitos en la pared para escalarla y meternos corriendo a coger la pelota. Éramos amigos de los curas, cuando hacían fiestas en los días de santos, los priostes entraban ahí con las bandas, nosotros íbamos de clientes cuando ellos repartían comida, a veces veníamos de la casa con una jarrita para llevar un poco de chicha loja”, cuenta entre risas.

El tren fue otro de los entretenimientos que tenían los niños de aquella época, debido a que la estación se encontraba en el parque 12 de Noviembre. “Nos trepábamos en el tren que hacia los cambios y que iba para Miraflores, nosotros nos colgábamos ahí atrás, cargaba los tanques de agua y se regresaba, para nosotros era divertido hacer eso”, dijo.

Mora cuenta entre risas sobre la “época de monas” que comprendía los primeros meses del año, y que para los jóvenes se convertía en la más esperada. “En enero, febrero y marzo, venían familias enteras de Guayaquil y ahí nosotros de atentos ayudábamos a cargar las maletas, por lo general las chicas se peleaban con sus novios porque prestaban más atención a las visitantes que a las ambateñas”, aseguró.

Una de las anécdotas de los amigos del grupo de Mora surge cuando le invitó a uno de los salones de baile de Atocha a una de las chicas visitantes de Guayaquil. “Cuando la recoge sale un niño atrás de ella llorando, junto a él su abuela, pidiendo que lo lleve, al final tuvo que llevarlos a la abuelita y al hermano de la chica al paseo”, contó entre risas.

La FFF

Para Mora su primer recuerdo de la FFF se relaciona con la época de la escuela, pues participaba en las comparsas, además, de las pizarras humanas que en aquella época se acostumbraban. 

En aquel tiempo los barrios tenían una participación fundamental en la Fiesta de la Fruta y de las Flores a través de los bailes. “Primero se llamaban fogatas, el barrio entero y las familias invitaban a esta, era una chamiza y quioscos alrededor, en la tarima principal una orquesta de las más prestigiosas de esa época, por ejemplo, la Caracas Boys, la América, Los Titos, entre otras”, cuenta.

Los vecinos anfitriones del barrio brindaban canelazo, dependiendo de la organización hasta sánduches, la confraternidad era algo que se sentía en cada espacio donde se realizaban estos programas.

Las fogatas en el centro eran de lo más tradicionales y famosas de aquellos años, comités barriales como el 12 de Noviembre, Granada de la esquina de la Quito y Bolívar, Las Varsovias de la Cevallos y Maldonado, La Medalla Milagrosa, Ingahurco.

“Estos eran muy nombrados, la gente salía en familia a la fiesta del barrio, jamás pasó nada, siempre eran atendidos de la mejor manera, los Comités se invitaban entre si, o si no las familias iban de baile en baile recorriendo”, destacó.

El carnaval

En esos años el juego de carnaval también era habitual en todos los barrios y entre familias. “Se tomaba por asalto la casa del vecino, entrabamos con baldes, de ahí salían a unirse a otro grupo y de ahí iban a tomarse por asalto la casa del otro vecino, se iba uniendo la gente hasta que era un gran grupo y ya por la tarde era la fiesta y bañaditos, las canelas zumbaban hasta la noche”, contó.

Mora recordó a los desfiles de esa época como eventos más sencillos sin la fastuosidad de hoy en día. “Al menos en los primeros años las chicas candidatas iban en camionetas con palos adornados y el alrededor del carro forrado con tela y pintadas el nombre del barrio, la reina con las damas y los carros con flores, nos reuníamos a ver en el almacén de papá, pero claro no eran tan tecnificados como hoy, pero sin embargo, no dejaban de despertar el fervor de la gente con aplausos y gritos de apoyo para las chicas”, comentó.

La elección de la Reina

Otra de las cosas que resultan interesantes de las primeras ediciones de la Fiesta es la elección de la reina que se hacía a través de la compra de boletos, estos se depositaban en una ánfora y el día de la elección se contaba que candidata tenía más y era nombrada como reina, es así como se eligió a la primera soberana Maruja Cobo.

“Luego se optó por otra forma, donde se invitaba a los representantes de los diferentes gremios, asociaciones e instituciones, llegaban hasta el salón de la ciudad, cada tarjeta de invitación tenía un número, ahí se hacia la elección de reina con un jurado elector escogido por sorteo entre los asistentes, siete eran escogidos y se encerraban a sesionar para votar por la reina”, contó.

Mientras esto ocurría, los artistas comenzaban su presentación y la gente que se encontraba en el parque Montalvo disfrutaba de la música con los parlantes puestos en el balcón, al finalizar la deliberación se comunicaba quien era la ganadora y salía a saludar en el balcón del Municipio.

Luego de la elección la fiesta seguía en el barrio de la reina electa. “Ganaba y todo el mundo se iba a ese sector donde ya se instalaba una tarima para el festejo”, comentó.

Su labor dentro del Comité

Mario Mora fue también parte del Comité Permanente de la Fiesta de la Fruta y de las Flores como coordinador cultural a inicios de 1980. “Teníamos que estar pendiente de todo, por ejemplo, en el festival del folclore se había dado el orden de acuerdo al alfabeto y salía primero Argentina, pero no llegó, así que tuvimos que irlos a ver, pero al llegar nos dijeron que no podían salir porque no tenían espejo en cada uno de los cuartos, así que tuvimos que ir a buscar unos para ponerlos con clavos”, contó.

Además, tuvo la difícil tarea de ser parte de una fiesta en medio de la guerra de Paquisha. “Como parte del desfile venía gente con carteles y leyendas que decían que defendamos la patria, se mezcló todo, una fiesta difícil, muchas cosas tuvieron que suspenderse, no había recursos y no podíamos presionar porque el país estaba en guerra, se hizo la fiesta con lo que se recaudaba de las entradas, se limitaron los eventos, solamente se hicieron el desfile, la bendición de las frutas, las flores y el pan”, comentó.

Cuando Mora estuvo al frente de la Casa de Montalvo también aportó con la FFF a través de exposiciones y eventos con artistas internacionales. “Teníamos festivales de música, guitarristas, violinistas, en los patios de la Casa”, comentó.

La identidad

Desde su perspectiva la Fiesta de la Fruta y de las Flores se constituye para el ambateño en una parte importante de su identidad. “Desde que comenzó la Fiesta se trata de concientizar a la gente de que es un encuentro con Dios y la naturaleza, decirle gracias por lo que tenemos, además, de ser una oportunidad para mostrar la pujanza de la gente en la agricultura, ganadería, ciencia, arte mecánica y sobre todo demostrar que Ambato es una ciudad donde se hace gala de fraternidad”, aseguró.

Mora confiesa que añora aquellos años del Ambato del siglo pasado, donde los niños y los jóvenes tenían una ciudad que les pertenencia, donde podían vivir sin peligros, con el afecto de una sociedad que respetaba a los vecinos.

Para Mora es necesario entender que la Fiesta es para “refundar a Ambato, no para refundirla”, que es un espacio para demostrar lo que la ciudad posee. 

“Seamos cordiales con todos, respetemos a todos, cada vez hagamos la promesa de quererle más a nuestro Ambato, alguien decía que solamente se ama lo que se conoce y se defiende hasta morir lo que se quiere y eso debe ser la ciudad para nosotros, ese amor profundo que tenemos por nuestra tierra y eso que es nuestro orgullo, amarle a Ambato desde lo más profundo de nuestro corazón”, finalizó.