Rafael Heredia, un escultor de fe

Rafael Heredia, un escultor de fe.

Arte, tradición y talento, son las tres palabras que definen a Esculturas Azuay, el primer taller de figuras religiosas que tuvo Ambato.

Su dueño, Rafael Heredia ha sido parte de la tradición por más de 50 años, sus obras forman parte de todas las iglesias y hogares de la ciudad.

Desde que estuvo en la escuela, Rafael supo que este sería su camino, pues luego de clases iba al taller de su padre, a lijar las figuras, aquí también empezó a dibujar y con el tiempo aprendió a pintar, todo esto creó un fuerte vínculo con su fe y el arte.

El destino lo unió con el negocio de manera temprana, cuando su padre falleció y él tuvo que hacerse cargo del taller, lo que le impidió estudiar artes en la universidad.

Cuenta que el primer año no fue bueno, que tenía que viajar y ofrecer sus esculturas en otras provincias, y que a pesar de esto el negocio no prosperaba. “Me comía la camisa no caía nadie ni para coger una falla” cuenta.

EL DATO 
Esculturas Azuay, se encuentra ubicado en las calles Fernández y Colón.

 

El Inicio

El negocio comenzó a correr suerte cuando una señora le pidió que le arregle un niñito Jesús, y por el boca a boca, el taller empezó a tener más clientes, que comenzaron a conocerlo por su arte único y trabajo minucioso.

Rafael es un hombre de fe, para él cada una de sus esculturas representa el símbolo de la promesa de un mundo mejor. Cuando habla de sus creaciones se emociona y lo relaciona con lo divino, hasta el punto de afirmar que no elabora figuras que tengan que ver “con el malo”.

“De todo hago, lo único que no tallo son diablos, y sí, me pidieron uno, pero al malo le hago con el arcángel Miguel encima” contó, como una forma de reafirmar su compromiso con la fe.

En un momento creyó que su oficio se terminaría con él, debido a que ninguno de sus cinco hijos se había interesado en la escultura y mucho menos en la pintura, “yo le rezaba a Dios para que al menos uno salga con habilidades de pintura”.

Sus oraciones fueron escuchadas, pues su hija María del Carmen le comentó que deseaba aprender el oficio, esta sorpresa no llegó sola porque su hijo también se unió para continuar el legado de arte y fe.

El proceso

Todo empieza cuando el cliente lleva la imagen del santo de su devoción, aquí se traza la imagen a escala para luego comenzar a dibujar el boceto, escoger el material y en el caso de que sea madera, esculpir utilizando los mazos, gubias y formones que fueron hechos con indicaciones dadas por el mismo Rafael.

El tiempo de trabajo para una escultura va desde los cincos días hasta los cuatro meses, dependiendo del tamaño, cuando de restauraciones se trata todo obedecerá al daño y trabajo que requiera el santo.

Rafael construye todo tipo de figuras, entre las más solicitadas están la Virgen de Guadalupe, el Divino Niño, el Señor de la Justicia y la Virgen del Cisne.