Si para un adulto beber sodas o refrescos azucarados es perjudicial, para un niño puede ser aún peor.
Cualquier pediatra o especialista en salud dental sabe que este tipo de bebidas puede causar daños serios al organismo de un pequeño.
A pesar de ello, la práctica sigue siendo común, pues las sodas forman parte de la dieta diaria de miles de familias en el mundo, incluso algunos bebés consumen refrescos o bebidas azucaradas en el biberón.
El cuerpo recibe el equivalente a 10 cucharaditas de azúcar, lo que es el 100 por ciento de los requerimientos de un adulto.
No vomitamos por tal cantidad de dulce gracias a que el ácido fosfórico corta el sabor y la náusea.
Una cantidad así de azúcar en un niño aumenta en 1.6% su probabilidad de ser obeso con cada lata de refresco.
Las opciones sin azúcar no son mejores, pues los químicos que contiene son potencialmente nocivos para niños menores de 3 años, en quienes puede producir pérdida de la visión, trastornos cerebrales, inflamación del páncreas y del corazón.
Y ni hablar de los dientes: el azúcar daña el esmalte de los dientes y los hace más propensos a padecer caries. (RMC)
El exceso de cafeína y azúcares en los niños puede ocasionar.
- Nerviosismo
- Malestar estomacal
- Dolores de cabeza
- Dificultad para concentrarse
- Dificultades para dormir
- Frecuencia cardíaca más rápida
- Tensión arterial más elevada