2021, el año imprevisible

ESTADO. La necesidad de ser más flexibles e improvisar alimenta una forma mucho más creativa de afrontar nuestra realidad.
ESTADO. La necesidad de ser más flexibles e improvisar alimenta una forma mucho más creativa de afrontar nuestra realidad.

La pandemia ha cambiado la realidad radicalmente. El día de mañana se ha convertido en un territorio desconocido, donde nos adentramos sin brújula ni mapas, y en el que resulta más aventurado que nunca hacer planes o previsiones. Si el futuro es de por sí incierto, este nuevo año se ha vuelto además imprevisible.

Al igual que sucedió en 2020, 2021 puede depararnos muchas sorpresas en distintos terrenos como la salud, trabajo, economía, política, relaciones o dinámica social, y quizás algunas novedades importantes que ahora mismo escapan a nuestra imaginación.

Estrategias creativas

Ante una situación incierta que puede alargarse a medio o largo plazo, la psicóloga Giulia De Benito recomienda dedicar un momento a detenernos y plantearnos algunos reajustes en la forma de afrontar la realidad que nos han servido hasta ahora.

Ante la incertidumbre, normalmente tendemos a anticipar, a trazar planes con toda la información que podemos reunir, a intentar evitar las consecuencias y salir de esa situación en las mejores condiciones posibles”, señala.

Esta necesidad de control, describe Giulia de Benito, forma parte de una serie de estrategias del ser humano para afrontar la realidad.

Sin embargo, en el momento que estamos viviendo nada de lo que nos afecta parece depender exclusivamente de nosotros mismos y, por lo tanto, la flexibilidad parece ser nuestra mejor aliada”, defiende.

Estrategias

Una primera estrategia para afrontar aquello que está fuera de nuestro control tiene que ver con aceptar que ahora la realidad es la que manda”, añade.

Apunta que “aceptar los cambios y la limitación que supone vivir un momento de incertidumbre como el actual, nos conduce a ralentizar el ritmo y tomar decisiones lo más adaptadas posibles al corto plazo”.

Para esta psicóloga, la necesidad de ser más flexibles e improvisar alimenta una forma mucho más creativa de afrontar nuestra realidad, la cual “nos permite ampliar nuestra caja de recursos y herramientas psicológicas para el futuro”.

El presente, en lugar del pasado o el futuro, pasará a ser nuestra mejor guía. De esta forma, además, reduciremos la frustración derivada de añorar un pasado que puede no volver a ser el mismo y de hacer planes que quizá no lleguen a término”, indica.

Señala que “a medida que podamos acceder a nueva información de forma saludable podremos ir ajustando nuestra estrategia”.

Para la psicóloga también “es importante tomar conciencia de los cambios que todos estamos viviendo en la forma de relacionarnos con otras personas”

Normalizar el distanciamiento y la falta de afecto físico que experimentamos debido a la situación actual puede dar lugar a menor sufrimiento e impulsarnos a buscar formas creativas de adaptarnos a ello y de cuidarnos”.

Dado que aún no vemos el final del camino, debemos aceptar la realidad del día a día como si fuera la definitiva y comunicarnos afectivamente a través de nuevas vías”, aconseja.

Objetivos realistas

Plantea objetivos realistas y a corto plazo en los que tengas altas probabilidades de cumplir con éxito.

Eso nos va a permitir mantenernos en movimiento y, por muy sencillos que sean, generarán en nosotros una sensación de avance que nos dotará de recursos para afrontar de mejor manera esta situación incierta”, señala Adrián Garrido, psicólogo.

Además, expone que algunas claves para enfocar esta estrategia es plantearse un horario o una rutina que sea flexible, con un inicio y un final definido para cada actividad.

Y que, en caso de que no podamos cumplirla, no nos vaya a generar estrés o emociones que evoquen a un sentimiento de culpabilidad.

Registros diarios

Lleva registros diarios de tus ideas y emociones para desactivar tus sentimientos de culpa.

Para Garrido es normal que durante el proceso de adaptación a las nuevas experiencias nos sintamos culpables debido a lo que hemos pasado y a la situación en la que nos encontramos.

Esta culpabilidad va a condicionar nuestra forma de adaptarnos a la realidad si se mantiene a lo largo del tiempo y no la convertimos en un aprendizaje que fortalezca nuestra resiliencia. Es decir nuestra capacidad de adaptarnos a las perturbaciones o situaciones adversas”, asegura.

Para llevar a la práctica esta estrategia considera interesante dibujar en una hoja una tabla con cuatro columnas.

En la primera anotaremos la situación en la que nos sentimos culpables (ejemplo: “Estoy en el sofá sin hacer nada”); en la segunda, anotaremos nuestros pensamientos (ejemplo: “No puedo salir a hacer ejercicio por el momento en el que estamos”); y en la tercera apuntaremos aquellas emociones que este pensamiento nos sugiere (ejemplo: “Me siento desesperanzado e indignado”).

“Por último, -añade- la cuarta columna la rellenaremos al final de cada día, cuando estos pensamientos y emociones se habrán regulado un poco más”.

En esta columna, “escribiremos si estas ideas y emociones son irracionales, y hasta qué punto lo son y si se adaptan bien a la realidad actual”, recomienda.

También escribiremos en ese espacio las cosas que nos vengan a la mente para poder sobrellevar la situación por la que nos sentimos culpables, para lo cual podemos pedir ayuda o consejo a personas cercanas, para contar con más puntos de vista”, señala.

Este ejercicio tiene como fin valorar estas situaciones desde un canal más racional y con más perspectiva, en lugar de juzgarlas desde un canal más emocional y con visión de túnel, es decir, con una percepción muy estrecha y limitada de la realidad”, concluye el psicólogo.