Nunca entendiste, era solo para ti

Los titulares del miércoles pasado informan de una propuesta para incluir un nuevo tipo penal en el COIP; uno relacionado a la difusión sin consentimiento de videos, fotos, datos que violan la intimidad, privacidad y honra de las personas. Y, a propósito, cabe la pregunta: ¿la difusión de imágenes sin consentimiento, es una cuestión de género?

Las personas tenemos el derecho más importante de todos: la libertad. Con esto, la posibilidad de consentir y explorar la sexualidad de distintas formas. Si quiero enviar imágenes íntimas, debo saber que existen consecuencias y tomar recaudos. Quien recibe una imagen, sin el mínimo sentido de respeto puede convertir un acto que emana de mi libertad y confianza, en una interminable red de difusión. Mi privacidad podría verse atacada, vulnerada y mancillada en un segundo.

Es miserable utilizar una imagen para ejercer poder sobre el otro. Lo más grave es intentar culpar al emisor, por haber enviado una fotografía o un video, como si merecería el atentado contra su privacidad y honor. El tema merece ser tratado como problema sociocultural, de educación y de valores, y que, a la final, requiere de penalización porque todavía no estamos preparados para cambiarlo y en lugar de disminuir, aumenta.

No quiero ser excluyente. Todos podemos ser víctimas de chantaje, extorsión y difamación. Pero, las decisiones que toma la mujer, referentes a su intimidad, privacidad y libre albedrío, siempre serán más perjudiciales para ella. El cuerpo femenino todavía es calificado, censurado y estigmatizado. Siempre existirá quien manifieste que una mujer que disfruta su sexualidad es una fácil, una libertina o una cualquiera.

Aún vivimos en una sociedad en la que miles piensan que una mujer que no esperó para casarse para iniciar su vida sexual, no será merecedora de respeto, la misma sociedad que en ocasiones todavía considera correcto que un adolescente se inicie como “varón” en un prostíbulo. Nos hemos privado de consentir, sentir placer y disfrutar. Nos hemos criado pensando que debemos sentir culpa por vivir nuestra sexualidad como nos plazca.

No promuevo el libertinaje sexual. Llevo la bandera del poder que tiene el saber decidir, de informarnos y de educarnos de la manera correcta. Este es un llamado para los padres y maestros para que rompan desde sus espacios las barreras de comunicación sobre estos temas.