Love Jihad

Ya son varias las personas que se me quejan del carácter casi monotemático de los medios de comunicación en estos días: los unos privilegian el coronavirus, los otros la política. La justificación, de quienes escriben, es que eso desean los lectores, acercarse a temas de actualidad; eso “vende”. Hoy no tengo deseos de “vender”, sino de contentar a los descontentos, escribiré de un tema que nunca figura en los medios.

En la India, con mayor exactitud en el estado de Kerala, desde hace unos años se ha declarado “la Guerra Santa del Amor”, cuyas características espantan. Jóvenes varones musulmanes drogan a chicas de religión hindú o católica para proceder a violarlas, mientras sus cómplices gravan el crimen. Luego amenazan a la víctima de viralizar la grabación a menos que se conviertan al islam y se casen con el violador. Cuando la familia de ella denuncia el delito a las autoridades, están responden que mejor olviden el ansia de justicia.

Se trata de una nueva forma de persecución religiosa unida a un reiterado desprecio por la libertad de la mujer. No se crea que esto sucede solo en el campo o en barrios marginales, de gente sin educación: varias de ellas son estudiantes universitarias. Tampoco debe pensarse que son casos marginales, dos o tres, no; entre el año 2005 y el 2012 la “Love Jihad” contó con más de cuatro mil víctimas; según apreciaciones de algunos investigadores independientes, entre 2011 y 2015 aproximadamente cuatro mil trescientas jóvenes menores de 35 años fueron obligadas a convertirse al islam por medio de este u otros arbitrios totalmente ilegales y lesivos a los derechos humanos.

Como de costumbre, no solo callan los medios de comunicación, sino también los grupos feministas. Miles de jóvenes ven arruinada su vida para siempre, convertidas en auténticas esclavas sin posibilidad de librarse, con autoridades cómplices o por lo menos permisivas y las feministas callan.

¿Callarían si las víctimas fueran musulmanas? Estamos frente a un silencio hipócrita a nivel mundial, las jóvenes violadas, cristianas e hindúes, también importan.