La mitomanía

Es un trastorno psicológico que consiste en mentir de forma patológica, falseando la realidad. Se presenta en personas con muy baja autoestima que recurren a la mentira para hacer más interesantes sus vidas y ser populares ante los amigos y la sociedad; buscan conseguir lo que desean sin importar cuál sea el objetivo ni las consecuencias.

El impulso por mentir no puede detenerse puesto que su desarrollo psíquico se encuentra alterado. La mentira es un síntoma de las enfermedades psíquicas, siendo muy frecuente en los trastornos de personalidad.

El mitómano es compulsivo, busca crear una imagen falsa de él ante la familia y la sociedad. No tiene motivaciones, vive de la fantasía y sabe que está mintiendo. El mentiroso inventa hechos que nunca sucedieron para encubrir sus errores y fracasos; simula una profesión, otra edad, posición económica y descendencia; inventa amistades y hechos que nunca ocurrieron; vive de la fantasía y cambia la realidad a su manera.

Los hechos de corrupción descubiertos por la justicia, luego de investigar y desenredar una trama de hechos y mentiras inventadas por ciertos implicados podrían armar una trilogía que debe costar mucho dinero. Los últimos acontecimientos de la vida nacional revelan graves problemas de personalidad en sus actores y en los protagonistas de la política nacional.

Todo mitómano es narcisista, histriónico y morboso; dice ser acosado y criticado, hasta que se declara perseguido político; es manipulador y audaz para convencer. Las frustraciones son frecuentes y no tiene control de sus impulsos, su autoestima está seriamente afectada. Los problemas legales o personales, en muchas ocasiones lo llevan a tomar decisiones impensadas.

Ante la cantidad de información y propaganda a la que estamos sometidos por los medios de comunicación y redes sociales -tan efectivamente utilizadas por todos los embaucadores de siempre-, se hace difícil discernir entre lo verdadero y lo falso para descubrir al mitómano, a no ser que seamos especialistas en una materia específica. Pero, sí podemos educarnos y ejercitarnos en la formación de una conciencia crítica para identificar los argumentos mentirosos en el discurso político.