El sacrificio equivocado

Resulta inaudito que los Comités de Emergencia Cantonales en su paulatino camino hacia el desconfinamiento analizan la apertura de bares, discotecas y sitios de tolerancia, antes que de centros educativos.

Como muchas decisiones del Gobierno, este caso refleja también dónde quedan la educación, la niñez y adolescencia en la lista de prioridades nacionales.

Las falencias de las opciones educativas a las que tienen acceso las familias en pandemia, son públicas y notorias. En Tungurahua, por ejemplo, se registra un desfase en la matriculación escolar; La Hora reportó que casi 9.000 niños no se matricularon este año lectivo. En Imbabura, nueve escuelas rurales esperan autorización para reabrir sus aulas, para solventar el inexistente acceso a internet y aparatos electrónicos de los alumnos. En Esmeraldas, los docentes protestan ante el rumor de la reapertura.

En Quito, media decena de colegios privados esperan la aprobación de los protocolos propuestos, mientras el Municipio y el COE se lanzan la papa caliente, y nadie resuelve.

La débil posición financiera del Estado lo obliga a empujar a sus ciudadanos a la calle para buscar sustento, y cualquier intento para mitigar el riesgo de contagio o exposición al coronavirus conlleva, necesariamente, sacrificios.

Mantener cerradas las escuelas evita que madres de familia puedan trabajar, confina a los menores en ambientes de abuso y violencia, priva a muchos del desayuno escolar y causa un retraso que podría volverse insalvable en el avance educativo. Mantener cerradas las escuelas exige el sacrificio equivocado.

Si dos personas desean lo que no pueden compartir, se tornan enemigas, y la una destruye o domina a la otra.”

Thomas Hobbes (1588-1679) Filósofo político británico.

Cómo se bebe en público no dice nada, pero cómo se bebe estando solo revela lo más profundo del alma”.

Irène Némirovsky (1903-1942) Novelista ucraniana.