Luego de que le tomasen la temperatura al ingreso a la Catedral de Ambato, depositar en sus manos un par de gotas de gel antiséptico e inclinarse y persignarse en el acceso central del templo, Juan de 56 años, acomoda la funda de pan, la mochila roída en la que lleva sus herramientas de plomería y por último su gorra roja para ponerse de rodillas en la segunda banca izquierda del templo.
Han pasado alrededor de 15 minutos en los que solamente se le ve mover sus labios y un par de lágrimas han caído a pesar de tener sus ojos cerrados, cuando nuevamente toma con cuidado sus cosas para emprender su camino en busca del pan de cada día.
Guardando la reverencia y con una señal de la santa cruz se despide con el alma renovada y llena de esperanza de que las cosas van a mejorar o por lo menos no van a empeorar. En las afueras del templo principal de la ciudad comenta que viene desde Santa Rosa y que como todos los días baja al centro para ofrecer su trabajo como gasfitero.
Por lo menos dos veces a la semana pasa por la iglesia para agradecer al Altísimo porque a pesar de toda la situación que atraviesa él y su familia, compuesta por su esposa, tres hijos y seis nietos; ninguno contrajo coronavirus y tienen por lo menos un plato de comida en su mesa todos los días.
“Hay que agradecer, es bueno que las iglesias empiecen a abrirse, porque eso nos permite acercarnos a nuestro Dios”, comenta Juan que ya fuera de la iglesia se acomoda la gorra y vuelve a persignarse.
Esta necesidad de congregación es lo que llevó, desde el inicio de la pandemia, a la iglesia católica a organizarse para detallar los planes de emergencia que les permitan retornar paulatinamente a los templos.
Así, desde este domingo 20 de septiembre en Tungurahua, las iglesias católicas podrán retornar a ofrecer misas. Desde la Diócesis de Ambato.
El servicio solamente lo podrán dar las parroquias que ya presentaron sus planes de contingencia, en el cual está contemplado que se permita el 30% del aforo del templo, que se respete el distanciamiento social, que se cuide a las personas de los grupos vulnerables, que los feligreses usen mascarilla, entre otras normativas.
Cada iglesia tiene libre albedrío respecto a los horarios en los que se ofrecerá la misa dominical. Mientras que las iglesias que aún no cuentan con la autorización para abrir sus puertas deben seguir trabajando sus planes de bioseguridad y presentarlos para que sean acreditados por la Diócesis de Ambato. (NVP)