Los trasnochados de la cultura

Cuando un gestor cultural afirma que no usa medios ni herramientas digitales para su trabajo, porque su arte y cultura no es banal, es necesario recordar a Walter Benjamin, quien vio a la tecnología como la herramienta para difundir lo estético contra el populismo cultural.

Benjamin fue un adelantado a su tiempo, y por ello sus textos siguen vigentes, no como los de los fundadores de la denominada Escuela Crítica, que tuvieron una concepción conservadora y elitista del arte y la cultura.

En estos momentos, el texto de Benjamin, sobre la obra de arte en esta época digital, es fundamental para reconocer cómo la cultura debe inundar las pantallas, analógicas y digitales. Es el momento para que los pensadores y críticos del populismo cultural usen las mismas herramientas e incluso creen unas diferentes para pelear los espacios, ganar audiencias y conservar seguidores.

Vivimos una época mediatizada, la reproductibilidad y difusión de todo contenido, sea artístico o no, tiene usuarios, seguidores, audiencias y consumidores determinados. Solo hay que saber dónde están, qué hacen, cuándo y cómo acceden a los contenidos.

De seguro Benjamin, hoy a 128 años de su nacimiento, ya habría usado las herramientas digitales para adelantarse en 30 o 40 años con sus propuestas y lecturas sobre el mundo.

Pocos gestores culturales han comprendido a Benjamin, incluso en estos momentos. Los que se han dado cuenta de que la reproductibilidad de la obra de arte está orientada a un grupo preciso de receptores, a una comunidad de usuarios, que luego difunden esa misma reproductibilidad para no aislarse ni perder contacto con sus iguales, hacen un trabajo de lucha contra el populismo cultural.

Los trasnochados de la cultura siguen denostando las tecnologías digitales porque no entienden el mundo y desde su actitud le siguen el juego al populismo del arte y la cultura, porque es muy cómodo quejarse continuamente de que el arte y la cultura no son comprendidos.