Inmoralidad

Este país está copado por la corrupción. Hay profesores en escuelas y colegios que cobran a estudiantes por la impresión de copias a precios superiores al mercado; el portero cobra por dejar entrar o salir a alumnos que hacen trampa en los exámenes, el policía de tránsito recibe sobornos entregados por conductores de vehículos, policías y militares han sido detenidos por formar bandas delincuenciales. En el Estado hay corrupción en el gobierno central, consejos provinciales, municipios, juntas parroquiales. Inmoralidad a todo nivel.

Indignación y vergüenza ocasiona saber que hay asambleístas que abusan de su condición para obtener carnets de discapacidad, viajes y viáticos no justificados, cobran emolumentos para pagar casas y departamentos que no ocupan, sueldos por no trabajar, cobran diezmos a sus empleados o tienen docenas de asesores, secretarias, mensajeros, teléfonos celulares, carros con chofer y decenas de prebendas, mientras el pueblo se muere de hambre.

¿Cómo no indignarse ante médicos y especialistas que entregan certificados para que personas inescrupulosas tengan carnets de discapacidad, para obtener jubilaciones anticipadas en el IESS o comprar carros de alta gama, mientras los verdaderos discapacitados del pueblo, por no tener padrinos, tardan años en obtener ese carnet?

¿Qué decir de algunos fiscales, jueces y otros operadores de justicia que se mueven con la velocidad de la tortuga para condenar a poderosos, mientras mandan a la cárcel a una humilde persona por robarse un pan o un celular? Y, ¿los privilegiados del sistema que dejan a 240 mil personas sin trabajo y ahora no aportan al IESS en crisis por tanto ladrón y pillo? Entre tanto, entregaron 3 mil carnets de discapacidad en plena pandemia. ¿Hasta cuándo?