300 millones de dólares en pérdidas en Tungurahua

REALIDAD. Ayer se evidenció tráfico y presencia de decenas de personas en la avenida Cevallos.
REALIDAD. Ayer se evidenció tráfico y presencia de decenas de personas en la avenida Cevallos.

Después de dos meses de confinamiento, las pérdidas en Tungurahua bordearían los 300 millones de dólares. Ante esta situación decenas de personas han decidido dejar el aislamiento, y empezaron a salir a las calles y a abrir sus locales a pesar de las restricciones.

Esto se evidenció ayer en las calles de Ambato y en sectores como la plaza Primero de Mayo, donde los últimos tres lunes, en semanas que la ciudad ha permanecido con semáforo en rojo esto no se respetó y se realizó la feria que normalmente se hace en el sector.

Además, las calles y avenidas se vieron llenas de vehículos con cualquier útlimo dígito de placa y personas caminando por las veredas.

Esto no solo se da en Ambato, pues en varios cantones muchos dueños de negocios han decidido empezar a atender con sus puertas a medio abrir.

Un ejemplo son peluquerías que ya empezaron a dar sus servicios siempre y cuando se separe un turno con antelación.

Gremio comercial

Diego Mosquera, presidente de la Cámara de Comercio de Ambato, dijo que la ciudad no estaría produciendo más que en un 30% de su capacidad. Esto causaría pérdidas de entre cinco y seis millones de dólares diarios a escala provincial.

Añadió que haciendo el cálculo con las cifras antes señaladas la pérdida en la localidad sería de alrededor de 300 millones de dólares.

«Hay quienes dirán que la ciudad si se ha movido, pero los que han trabajado son las personas que se dedican al comercio informal, que precisamente son quienes no tributan», especificó Mosquera.

Además, sostuvo que hay desesperación por volver al trabajo y a producir, pero hasta que las autoridades no den otras disposiciones deben seguir acatando las restricciones impuestas.

Recalcó que como gremio se están preparando para asumir el reto de levantarse y enfrentarse a una nueva realidad, y así cuidarse y cuidar a sus clientes.

Testimonios

Galo Mejía, quien se dedica al comercio de mobiliario para interiores, contó que su negocio está por irse a la quiebra, pues los dos meses de para no le han permitido tener ingresos.

«Yo trabajaba con un diseñador y varias personas que nos ayudaban a hacer y colocar los muebles, pero ahora todos estamos sin trabajar«, señaló el empresario.

Una historia similar es la de Walter Villegas, quien se dedica a la venta de repuestos de vehículos. El hombre de 49 años, contó que tuvo que prescindir de sus dos colaboradores, a quienes aspira recontratar una vez que en la ciudad empiecen a permitirse otras actividades comerciales a parte de la alementicia.

Mencionó que en un lunes de feria normal él podía facturar hasta mil dólares, sin embargo, ahora en el mes no logra vender más de 350 o máximo 500 dólares.

«Menos mal mis suegros son los dueños de la casa donde está el local, si no el problema sería peor», puntualizó Villegas. (NVP)