Ante la emergencia

Toda crisis se presenta cuando hay una ruptura en el funcionamiento de un sistema, cualquiera que sea su naturaleza; puede ser una desgracia o un problema lo que nos pone a prueba. Cada persona tiene una manera de reaccionar; una crisis rompe el estado de mesura de cualquier ser humano y puede llevarlo al colapso si no se adoptan las medidas necesarias.

La mente de las personas recibe noticias de la propagación del coronavirus con mucha angustia, miedo y ansiedad, lo que les llena de pánico. Las tendencias hipocondríacas causarán preocupación excesiva ante algo que sabemos su origen, pero no su desarrollo y final, afectando la imaginación y el desempeño de sus actividades. Si los procesos cognitivos en una persona no están bien cimentados, cambiará radicalmente su estilo de vida. Las estrategias que se adopten dependerán de la manera de enmendar o corregirse a sí mismos, adoptando nuevos hábitos que equilibren el ánimo con nuevas técnicas cognitivas y conductuales que acepten la realidad.

Cuando se frecuenta las redes sociales, las noticias falsas o inexistentes abundan y la mentira toma fuerza. Si el cerebro se estresa, las consecuencias físicas y emocionales en las personas se hacen preocupantes. El miedo es real y puede ser más grave que el virus; el pánico es irracional y lleva a la angustia, la desesperanza y la depresión, poniendo en peligro la capacidad de respuesta de la población ante la irresponsabilidad de sus mentores.

Las medidas y acciones que recomiendan los especialistas en salud hay que cumplirlas en todas sus formas. Nadie sabe el final de esta emergencia sanitaria o si debemos convivir con ella, pero de manera inteligente y efectiva debemos cuidarnos del riesgo de contagio de un virus que inquieta a toda la humanidad y que en algunos casos conduce a la muerte. Quedarse en casa es una de las recomendaciones. ¡Cumplamos todos!

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