Detrás del Covid-19

La OMS advirtió a su debido tiempo que se debían tomar las precauciones necesarias luego de la pandemia de la influenza y del Sars-Cov-2, y pidió a los estados nuevas medidas de vigilancia para precautelar la salud de la población y evitar miles de contagios. Los países deben enfrentar las consecuencias de la pandemia del Covid-19 que, sin duda alguna, cambiará la historia del mundo.

Tenemos la obligación humana y moral de revisar posiciones y comportamientos. No es cuestión de encender las alarmas, dejar que el tiempo pase o seguir en los dislates para erguirse como potencias mundiales; no se pueden minimizar los hechos, el vacío de conocimientos y la ambigüedad de posiciones entre políticos y gobiernos locales demuestran ineptitud en temas fundamentales que requieren un trabajo conjunto entre gobierno y ciudadanía.

Habrá que tomar decisiones en economía, salud, educación, cultura y problemas sociales, que permitan atender a la población.

Ecuador no es la excepción, las actividades económicas se encuentran seriamente afectadas y demandan medidas urgentes, los centros de salud han demostrado serias deficiencias, los sistemas de abastecimiento revelan errores en todos los niveles y requieren innovaciones profundas. Después de la pandemia, el país no es el mismo en lo político, económico, social y emocional; se ha topado fondo.

Quienes hoy tienen la responsabilidad del Estado deben replantear sus estrategias y actuar como verdaderos estadistas. No es el momento de discrepancias, revanchas o venganzas, sin descuidar los casos judiciales en marcha, contra delincuentes y prófugos que destruyeron el patrimonio del país. El Estado necesita recursos multimillonarios para salir de la crisis, el petróleo se encuentra en caída libre, habrá entonces que sincerar los precios de los combustibles, impuestos, bonos, salarios e incentivos para contener la debacle.

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