Pueden y deben hacer más

Los hospitales no dan abasto; las funerarias repletas de gente que busca dar digna sepultura a sus allegados; en Guayaquil empiezan a aparecer cuerpos en aceras y aumentan vertiginosamente las denuncias de que las autoridades dejan que los cadáveres se queden en sus domicilios por días… Estas son las noticias y los datos seguros con los cuales contamos como efecto directo de los estragos del coronavirus. Así que la verdad oficial sobre el número de contagiadlos y fallecidos no convence para nada.

Los números que nos proporcionan chocan con la realidad y con el sentido común. No se entiende el afán de querer ocultar el problema. De esta manera solo se consigue desgastar peligrosamente la imagen y la credibilidad del Ejecutivo y se evidencian graves errores de comunicación. Hace falta más frontalidad y, sobre todo, acciones que puedan devolvernos un mínimo de tranquilidad.

Para este efecto se necesita la compra urgente de insumos (sin sobreprecios) y equipar a personal de salud y a los hospitales, quienes son los únicos que pueden contrarrestar a la pandemia. A esto deben dedicar toda su energía y así, además de proporcionarnos cada día el número de contagiados y fallecidos, podrían decirnos cuántas mascarillas van a llegar, cuántos ventiladores y cuántos faltan.

Y todo esto se debía decir desde febrero o, inclusive, antes; pues debíamos aprender de lo que estaba pasando en otras partes del mundo. Pero aquí se nos dice que la población es irresponsable cuando desde las altas autoridades se autorizaban eventos públicos. Irresponsable es ahora seguir necios e ignorar lo que está pasando hay que entender que la respuesta estatal al virus es insuficiente.

Por ahora, obstinarse en decir que se están haciendo bien las cosas solo enfurece y ofende a las víctimas que viven en primera persona la desgracia que significa esta plaga.

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