Audiencias y manipulaciones

Jaime López

Lo que ha sucedido con la formulación de cargos en el proceso por los sobornos, que hace rato pasó de arroz verde a una demostración vergonzosa de lo que la jorga, comandada por aquel que replica en las redes usando la milésima parte de los recursos ilegales, obtuvo a vista y paciencia de testaferros y secuaces designados y nombrados cuando ejerció el poder dictatorial, quienes financiaron campañas electorales, francachelas y sainetes, enriquecimientos personales que no pueden justificar los beneficiarios, acumulados en pocos años, que todavía no se los puede incautar por falta de procesos y sentencias, cuyo desarrollo hará que soportemos un Ecuador semi inválido, cuya salida de su postración no se producirá justamente porque va a estar empeñado en el castigo y no en la solución de lo que debe hacer para impedir que se produzca su debacle económica. Las audiencias en el caso de los sobornos no se publicitan como deberían hacerlo, como un mecanismo para intentar que los valores y capacidades nacionales no se pierdan, para evitar la proliferación de abogados que hacen de su profesión una comedia que propasa los límites para llegar a la vulgaridad pornográfica, para que nos jueces hagan honor a lo que significa vestir una toga y conduzcan a las audiencias con la majestad que debe caracterizar al magistrado cubriendo su capacidad de juicio y razonamiento, que no olvide que la lógica jurídica es un elemento fundamental para brindarle escudos necesarios para que nada influya negativamente en su interior, que siempre piense que se juega su prestigio y su honor cuando intenta, en casos menores, la conciliación para favorecer abiertamente a una de las partes, que la valoración de pruebas debe producirse mediante un razonamiento ajustado al debido proceso. En fin, el caso de los sobornos que proyecte la imagen de la fiscal Diana Salazar y que se impregne en las páginas de todas las audiencias que hoy se desarrollan en el país. Necesitamos creer en jueces con valores, en ayudantes con capacidad, que superen las limitaciones de tener en la red las mismas redacciones para todos los juicios. Que nuestra legislación no naufrague porque el oleaje de dádivas así lo quiso y lo consiguió.