La clase media

Ruby Estévez

Está desapareciendo de la misma manera que los polos: lenta, inexorable y catastrófica. Hay una enorme grieta que hunde el barco de los ecuatorianos. La crisis está latente en todos los estratos sociales en la actualidad, hasta los planes mejor elaborados estallan en nuestras manos por muchos factores fuera de nuestro control: falta de fuentes de trabajo, inestabilidad, el clima, la naturaleza enfurecida por tanta corrupción y locuras del mundo y porque somos observadores pasivos nos hundimos lentamente en nuestra zona de comodidad.


Antes, una buena educación merecía un buen empleo, necesario para sobrevivir financieramente. En nuestros días, los títulos universitarios no bastan, porque la magnitud de nuestros problemas es desalentadora: cada vez hay menos empresas, instituciones, comercios. Nadie quiere ofrecer trabajo por las medidas, leyes y políticas establecidas. No hay dinero. Se han dado casos en que algunos han querido destacarse arriesgándose para no estar dormidos en los laureles, que es la primera señal de la decadencia; pero su barco está de pique y se cree que nadie es responsable.


La clase media, que siempre salía a flote en los momentos de crisis, hoy está sumida en la desesperación, la única persona que podía darle esa oportunidad, que era ella misma, tiene su energía represada por falta de incentivos, plan y proyectos, nuestras autoridades están plantadas frente al toro, pero no se atreven a cogerle de los cuernos, no aceptan la realidad. No hace falta una nueva clase política que impulse reformas significativas, se requiere personas arriesgadas, con nervios de acero y visión. Somos un país sin dinero, con muchas personas educadas, pero económicamente necesitados.