Arte

Mario José Cobo

En esta era histérica de información, aún se encuentra escondida la esencia humana. Muchos argumentan que esta época postmodernista también es testigo de los últimos esfuerzos de nuestra civilización pensante por permanecer en el “humanismo”. Ese mismo humanismo que nos regaló una nostalgia nacionalista que permaneció con nosotros hasta la época digital, que alborotó a la raza humana y nos regaló (por suerte o desgracia) a una generación que se desintegra entre lo virtual y lo real.

Aún así, lo que disturba la estabilidad de nuestro siglo, está en cómo aún teniendo la emancipadora arma del Internet, estamos obligados a discernir entre lo que es real y lo que no; entre lo que está controlado por los gobiernos egoístas y lo que verdaderamente representa la agenda de la supervivencia. Esto quiere decir; estimado lector, que si usted cree todo lo que está colgado en la red o en los medios… usted está sujeto a información que tiene como objetivo confundir a las masas para distraer su atención de lo importante y lo que verdaderamente representa un problema para la sociedad moderna.

Por dar un ejemplo; el terrorismo no representa una amenaza para la vida y prosperidad humana, su influencia es increíblemente menor que la gripe… pero aún así en una sociedad sobrepoblada nadie habla de la distribución urbana o el calentamiento global. Sin embargo, en un mundo en donde la democracia colapsa, la tierra se enfurece y la nostalgia industrial trata de aferrase a la vida con el ultimo respiro de una generación obsoleta… siempre se encuentra el arte.

Ese arte que de alguna u otra forma es independiente de la influencia de las masas y la corrupta información de los medios, en donde como individuos nos vemos expuestos a la realidad de nuestra condición, en donde por más que tratemos de evitarlo, sigue dando señales de alarma a una sociedad que se queda dormida entre la confusa realidad virtual de nuestros días.