La razón o la fuerza

José Naranjo

Que bicho nos picó sería la pregunta del momento a esta reacción tan inconsecuente que nos mantiene con el espíritu en vela ante tantos atropellos, no logramos discernir donde se perdieron las formas para haber caído en esa locura colectiva que no es capaz de refrenar sus impulsos casi asesinos para con los que pensaren diferente o tuviesen alguna posición material algo más cómoda, enseguida se considera al individuo o grupo social como objetivo a destruir o lesionar sus intereses porque así suponen demuestran posiciones clasistas o ideológicas para encumbrarse como dirigentes poderosos pero que solo esconden sus falsos egos llenos de odio y resentimientos procurando transmitir a sus bases que las reivindicaciones solo vendrán con la venganza y el ajusticiamiento de los principios de los diferentes; para esto destruyen sus ciudades, incendian sus trenes, asaltan sus comercios, vejan sus iglesias, violan sus mujeres, regresamos a la era de la barbarie que para conquistar e imponer arrasaban con todo el pueblo invadido. No alcanzamos a comprender las demandas que necesitan de ese comportamiento salvaje para alcanzarlas y en pleno siglo XXI nos auto infringimos dolores de los cuales será duro salir porque el odio deja profundas cicatrices que demorarán más en sanar que reconstruir lo material.

Acaso los pueblos que obligados tuvieron que someterse a regímenes que se pintaban como igualitarios han salido de su postración socio económica luego de decenas de años transitando por esos ‘Paraísos Socialistas’; acaso han visto a sus ciudadanos después de haber salido de esas opresiones deseosos de regresar a esos países donde el esfuerzo de su trabajo solo sirvió para engordar la glotonería y la desvergonzada corrupción de sus dirigentes que ofrecieron progreso con equidad y justicia; aunque el capitalismo no sea la panacea, no conozco en este planeta otro sistema que de libertad y progreso a la gente y la razón no pide fuerza.

José Naranjo

Que bicho nos picó sería la pregunta del momento a esta reacción tan inconsecuente que nos mantiene con el espíritu en vela ante tantos atropellos, no logramos discernir donde se perdieron las formas para haber caído en esa locura colectiva que no es capaz de refrenar sus impulsos casi asesinos para con los que pensaren diferente o tuviesen alguna posición material algo más cómoda, enseguida se considera al individuo o grupo social como objetivo a destruir o lesionar sus intereses porque así suponen demuestran posiciones clasistas o ideológicas para encumbrarse como dirigentes poderosos pero que solo esconden sus falsos egos llenos de odio y resentimientos procurando transmitir a sus bases que las reivindicaciones solo vendrán con la venganza y el ajusticiamiento de los principios de los diferentes; para esto destruyen sus ciudades, incendian sus trenes, asaltan sus comercios, vejan sus iglesias, violan sus mujeres, regresamos a la era de la barbarie que para conquistar e imponer arrasaban con todo el pueblo invadido. No alcanzamos a comprender las demandas que necesitan de ese comportamiento salvaje para alcanzarlas y en pleno siglo XXI nos auto infringimos dolores de los cuales será duro salir porque el odio deja profundas cicatrices que demorarán más en sanar que reconstruir lo material.

Acaso los pueblos que obligados tuvieron que someterse a regímenes que se pintaban como igualitarios han salido de su postración socio económica luego de decenas de años transitando por esos ‘Paraísos Socialistas’; acaso han visto a sus ciudadanos después de haber salido de esas opresiones deseosos de regresar a esos países donde el esfuerzo de su trabajo solo sirvió para engordar la glotonería y la desvergonzada corrupción de sus dirigentes que ofrecieron progreso con equidad y justicia; aunque el capitalismo no sea la panacea, no conozco en este planeta otro sistema que de libertad y progreso a la gente y la razón no pide fuerza.

José Naranjo

Que bicho nos picó sería la pregunta del momento a esta reacción tan inconsecuente que nos mantiene con el espíritu en vela ante tantos atropellos, no logramos discernir donde se perdieron las formas para haber caído en esa locura colectiva que no es capaz de refrenar sus impulsos casi asesinos para con los que pensaren diferente o tuviesen alguna posición material algo más cómoda, enseguida se considera al individuo o grupo social como objetivo a destruir o lesionar sus intereses porque así suponen demuestran posiciones clasistas o ideológicas para encumbrarse como dirigentes poderosos pero que solo esconden sus falsos egos llenos de odio y resentimientos procurando transmitir a sus bases que las reivindicaciones solo vendrán con la venganza y el ajusticiamiento de los principios de los diferentes; para esto destruyen sus ciudades, incendian sus trenes, asaltan sus comercios, vejan sus iglesias, violan sus mujeres, regresamos a la era de la barbarie que para conquistar e imponer arrasaban con todo el pueblo invadido. No alcanzamos a comprender las demandas que necesitan de ese comportamiento salvaje para alcanzarlas y en pleno siglo XXI nos auto infringimos dolores de los cuales será duro salir porque el odio deja profundas cicatrices que demorarán más en sanar que reconstruir lo material.

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José Naranjo

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Acaso los pueblos que obligados tuvieron que someterse a regímenes que se pintaban como igualitarios han salido de su postración socio económica luego de decenas de años transitando por esos ‘Paraísos Socialistas’; acaso han visto a sus ciudadanos después de haber salido de esas opresiones deseosos de regresar a esos países donde el esfuerzo de su trabajo solo sirvió para engordar la glotonería y la desvergonzada corrupción de sus dirigentes que ofrecieron progreso con equidad y justicia; aunque el capitalismo no sea la panacea, no conozco en este planeta otro sistema que de libertad y progreso a la gente y la razón no pide fuerza.