Moreno quiere construir la paz

Salvatore Foti

Después de 12 días de duros enfrentamientos e inflexibilidad del Ejecutivo y de los protestantes sobre el Decreto 883; después de demasiada violencia y de tanto destrozo económico y social, por fin triunfó la paz y la responsabilidad hacia el país. No es el momento de encontrar culpables o criticar el hecho de que no se le cuidó debidamente al Presidente por su equipo de trabajo, sacándole en vivo en un debate donde no se tenía nada que ganar.

El presidente Moreno supo entender y sacrificar sus principios por el bien de la Patria. Delante de la nación aceptó dar marcha atrás sobre el Decreto 883 y restablecer la calma, sabiendo que esto debe hacer un estatista cuando se llega al límite. El Presidente asumió y supo entender de la mejor manera su rol sacrificándose en primera persona y poniendo la cara.

Es una pena que no se lo hiciera antes y también es una pena que no se hayan seguidos estrategias previas, para consultar antes que decretar, pero esto deberá analizarse en otro momento. Ahora lo que cuenta es que estamos volviendo, de apoco, a la cotidianidad.

Quedémonos con el aprendizaje de que prevenir es mejor que lamentar y de que no puede haber política pública sin analizar la situación pragmática del país y los actores que lo componen.

Quedémonos con la condena de toda la sociedad hacía los infiltrados y delincuentes dentro de las manifestaciones pero también condenemos a los infiltrados invisibles que son los prejuicios, las intolerancias y las divisiones entre la población.

A estos perniciosos infiltrados también debe de combatírselos tal como lo ha hecho el primer mandatario sentándose con los representantes de las organizaciones indígenas y con los cuales supo encontrar puntos comunes a pesar de las marcadas diferencias.

Esperemos que al Presidente le quede también la experiencia de confiar más en sí mismo que en su colaboradores pues está comprobado que los que vivimos el día a día ya sabíamos que estamos en un estado de “normalidad aparente” fundamentado sobre delicadísimos equilibrios que cualquier decisión tomada a la ligera o con exceso de testosteronas por pocos es capaz de llevarnos lleva al caos y a la catástrofe a todos.

[email protected]

Salvatore Foti

Después de 12 días de duros enfrentamientos e inflexibilidad del Ejecutivo y de los protestantes sobre el Decreto 883; después de demasiada violencia y de tanto destrozo económico y social, por fin triunfó la paz y la responsabilidad hacia el país. No es el momento de encontrar culpables o criticar el hecho de que no se le cuidó debidamente al Presidente por su equipo de trabajo, sacándole en vivo en un debate donde no se tenía nada que ganar.

El presidente Moreno supo entender y sacrificar sus principios por el bien de la Patria. Delante de la nación aceptó dar marcha atrás sobre el Decreto 883 y restablecer la calma, sabiendo que esto debe hacer un estatista cuando se llega al límite. El Presidente asumió y supo entender de la mejor manera su rol sacrificándose en primera persona y poniendo la cara.

Es una pena que no se lo hiciera antes y también es una pena que no se hayan seguidos estrategias previas, para consultar antes que decretar, pero esto deberá analizarse en otro momento. Ahora lo que cuenta es que estamos volviendo, de apoco, a la cotidianidad.

Quedémonos con el aprendizaje de que prevenir es mejor que lamentar y de que no puede haber política pública sin analizar la situación pragmática del país y los actores que lo componen.

Quedémonos con la condena de toda la sociedad hacía los infiltrados y delincuentes dentro de las manifestaciones pero también condenemos a los infiltrados invisibles que son los prejuicios, las intolerancias y las divisiones entre la población.

A estos perniciosos infiltrados también debe de combatírselos tal como lo ha hecho el primer mandatario sentándose con los representantes de las organizaciones indígenas y con los cuales supo encontrar puntos comunes a pesar de las marcadas diferencias.

Esperemos que al Presidente le quede también la experiencia de confiar más en sí mismo que en su colaboradores pues está comprobado que los que vivimos el día a día ya sabíamos que estamos en un estado de “normalidad aparente” fundamentado sobre delicadísimos equilibrios que cualquier decisión tomada a la ligera o con exceso de testosteronas por pocos es capaz de llevarnos lleva al caos y a la catástrofe a todos.

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Salvatore Foti

Después de 12 días de duros enfrentamientos e inflexibilidad del Ejecutivo y de los protestantes sobre el Decreto 883; después de demasiada violencia y de tanto destrozo económico y social, por fin triunfó la paz y la responsabilidad hacia el país. No es el momento de encontrar culpables o criticar el hecho de que no se le cuidó debidamente al Presidente por su equipo de trabajo, sacándole en vivo en un debate donde no se tenía nada que ganar.

El presidente Moreno supo entender y sacrificar sus principios por el bien de la Patria. Delante de la nación aceptó dar marcha atrás sobre el Decreto 883 y restablecer la calma, sabiendo que esto debe hacer un estatista cuando se llega al límite. El Presidente asumió y supo entender de la mejor manera su rol sacrificándose en primera persona y poniendo la cara.

Es una pena que no se lo hiciera antes y también es una pena que no se hayan seguidos estrategias previas, para consultar antes que decretar, pero esto deberá analizarse en otro momento. Ahora lo que cuenta es que estamos volviendo, de apoco, a la cotidianidad.

Quedémonos con el aprendizaje de que prevenir es mejor que lamentar y de que no puede haber política pública sin analizar la situación pragmática del país y los actores que lo componen.

Quedémonos con la condena de toda la sociedad hacía los infiltrados y delincuentes dentro de las manifestaciones pero también condenemos a los infiltrados invisibles que son los prejuicios, las intolerancias y las divisiones entre la población.

A estos perniciosos infiltrados también debe de combatírselos tal como lo ha hecho el primer mandatario sentándose con los representantes de las organizaciones indígenas y con los cuales supo encontrar puntos comunes a pesar de las marcadas diferencias.

Esperemos que al Presidente le quede también la experiencia de confiar más en sí mismo que en su colaboradores pues está comprobado que los que vivimos el día a día ya sabíamos que estamos en un estado de “normalidad aparente” fundamentado sobre delicadísimos equilibrios que cualquier decisión tomada a la ligera o con exceso de testosteronas por pocos es capaz de llevarnos lleva al caos y a la catástrofe a todos.

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Salvatore Foti

Después de 12 días de duros enfrentamientos e inflexibilidad del Ejecutivo y de los protestantes sobre el Decreto 883; después de demasiada violencia y de tanto destrozo económico y social, por fin triunfó la paz y la responsabilidad hacia el país. No es el momento de encontrar culpables o criticar el hecho de que no se le cuidó debidamente al Presidente por su equipo de trabajo, sacándole en vivo en un debate donde no se tenía nada que ganar.

El presidente Moreno supo entender y sacrificar sus principios por el bien de la Patria. Delante de la nación aceptó dar marcha atrás sobre el Decreto 883 y restablecer la calma, sabiendo que esto debe hacer un estatista cuando se llega al límite. El Presidente asumió y supo entender de la mejor manera su rol sacrificándose en primera persona y poniendo la cara.

Es una pena que no se lo hiciera antes y también es una pena que no se hayan seguidos estrategias previas, para consultar antes que decretar, pero esto deberá analizarse en otro momento. Ahora lo que cuenta es que estamos volviendo, de apoco, a la cotidianidad.

Quedémonos con el aprendizaje de que prevenir es mejor que lamentar y de que no puede haber política pública sin analizar la situación pragmática del país y los actores que lo componen.

Quedémonos con la condena de toda la sociedad hacía los infiltrados y delincuentes dentro de las manifestaciones pero también condenemos a los infiltrados invisibles que son los prejuicios, las intolerancias y las divisiones entre la población.

A estos perniciosos infiltrados también debe de combatírselos tal como lo ha hecho el primer mandatario sentándose con los representantes de las organizaciones indígenas y con los cuales supo encontrar puntos comunes a pesar de las marcadas diferencias.

Esperemos que al Presidente le quede también la experiencia de confiar más en sí mismo que en su colaboradores pues está comprobado que los que vivimos el día a día ya sabíamos que estamos en un estado de “normalidad aparente” fundamentado sobre delicadísimos equilibrios que cualquier decisión tomada a la ligera o con exceso de testosteronas por pocos es capaz de llevarnos lleva al caos y a la catástrofe a todos.

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