Ciudad Gótica

Gótica es el nombre de una ciudad en la que se desenvuelven las historietas de Batman, se caracteriza por los altos índices delictivos, corrupción, ambientes oscuros y desordenados, donde reina el caos a ojos de quienes ostentan el poder, así, sumidos en la desidia depositan su esperanza en un superhéroe que impulse un proceso esperanzador de retomar la paz social. Sin ánimo de exagerar situación similar vivimos en nuestra tierrita linda la noche del 8 de octubre, las alarmas comunitarias, campanas de iglesias y perifoneos, de varios sectores de la ciudad no paraban de sonar alertando a sus moradores sobre bandas delincuenciales que llevaban a cabo saqueos a domicilios ante la limitada respuesta de la fuerza pública. Estos hechos exigieron una inmediata organización civil con escasos recursos para vigilia permanente en defensa de sus familias y patrimonio, se observaba fogatas en las esquinas, al toque de pitos y cornetas cuando cualquier movimiento inusual se hacía notorio, pero no solo era efecto del pánico, fueron algunos los ajusticiados por la gente y aprehendidos por las autoridades entre disparos. Todo esto producto de una polarización social que se alimentó de odio durante la década pasada, liderada por quién ahora se anuncia como el Batman de esta película de horror quién utiliza los mecanismos más maquiavélicos de desestabilización, usando al sector indígena como caballo de Troya para tomarse el poder, justificado por la eliminación de un subsidio inequitativo que extrae del estado recursos necesarios para sobrellevar el crítico momento económico que heredó el Ecuador del último desgobierno. El pánico no ha terminado, la especulación circula principalmente por redes sociales con información no contrastada, ciudades sitiadas y paralizadas, servicios públicos interrumpidos, con una escalada de violencia que no avizora un cese definitivo.

La decisión está en los sectores sociales deponiendo las condiciones rígidas, y buscar mecanismos que equilibren la medida en favor de los sectores relegados. Por parte del gobierno en estructurar los mecanismos que garanticen que los compromisos se cumplan. Defender la paz, tranquilidad y la democracia, no es cuestión de clases sociales o económicas, es el deber mínimo de todo ciudadano que anhela condiciones justas para desarrollarse en los distintos ámbitos.

Gótica es el nombre de una ciudad en la que se desenvuelven las historietas de Batman, se caracteriza por los altos índices delictivos, corrupción, ambientes oscuros y desordenados, donde reina el caos a ojos de quienes ostentan el poder, así, sumidos en la desidia depositan su esperanza en un superhéroe que impulse un proceso esperanzador de retomar la paz social. Sin ánimo de exagerar situación similar vivimos en nuestra tierrita linda la noche del 8 de octubre, las alarmas comunitarias, campanas de iglesias y perifoneos, de varios sectores de la ciudad no paraban de sonar alertando a sus moradores sobre bandas delincuenciales que llevaban a cabo saqueos a domicilios ante la limitada respuesta de la fuerza pública. Estos hechos exigieron una inmediata organización civil con escasos recursos para vigilia permanente en defensa de sus familias y patrimonio, se observaba fogatas en las esquinas, al toque de pitos y cornetas cuando cualquier movimiento inusual se hacía notorio, pero no solo era efecto del pánico, fueron algunos los ajusticiados por la gente y aprehendidos por las autoridades entre disparos. Todo esto producto de una polarización social que se alimentó de odio durante la década pasada, liderada por quién ahora se anuncia como el Batman de esta película de horror quién utiliza los mecanismos más maquiavélicos de desestabilización, usando al sector indígena como caballo de Troya para tomarse el poder, justificado por la eliminación de un subsidio inequitativo que extrae del estado recursos necesarios para sobrellevar el crítico momento económico que heredó el Ecuador del último desgobierno. El pánico no ha terminado, la especulación circula principalmente por redes sociales con información no contrastada, ciudades sitiadas y paralizadas, servicios públicos interrumpidos, con una escalada de violencia que no avizora un cese definitivo.

La decisión está en los sectores sociales deponiendo las condiciones rígidas, y buscar mecanismos que equilibren la medida en favor de los sectores relegados. Por parte del gobierno en estructurar los mecanismos que garanticen que los compromisos se cumplan. Defender la paz, tranquilidad y la democracia, no es cuestión de clases sociales o económicas, es el deber mínimo de todo ciudadano que anhela condiciones justas para desarrollarse en los distintos ámbitos.

Gótica es el nombre de una ciudad en la que se desenvuelven las historietas de Batman, se caracteriza por los altos índices delictivos, corrupción, ambientes oscuros y desordenados, donde reina el caos a ojos de quienes ostentan el poder, así, sumidos en la desidia depositan su esperanza en un superhéroe que impulse un proceso esperanzador de retomar la paz social. Sin ánimo de exagerar situación similar vivimos en nuestra tierrita linda la noche del 8 de octubre, las alarmas comunitarias, campanas de iglesias y perifoneos, de varios sectores de la ciudad no paraban de sonar alertando a sus moradores sobre bandas delincuenciales que llevaban a cabo saqueos a domicilios ante la limitada respuesta de la fuerza pública. Estos hechos exigieron una inmediata organización civil con escasos recursos para vigilia permanente en defensa de sus familias y patrimonio, se observaba fogatas en las esquinas, al toque de pitos y cornetas cuando cualquier movimiento inusual se hacía notorio, pero no solo era efecto del pánico, fueron algunos los ajusticiados por la gente y aprehendidos por las autoridades entre disparos. Todo esto producto de una polarización social que se alimentó de odio durante la década pasada, liderada por quién ahora se anuncia como el Batman de esta película de horror quién utiliza los mecanismos más maquiavélicos de desestabilización, usando al sector indígena como caballo de Troya para tomarse el poder, justificado por la eliminación de un subsidio inequitativo que extrae del estado recursos necesarios para sobrellevar el crítico momento económico que heredó el Ecuador del último desgobierno. El pánico no ha terminado, la especulación circula principalmente por redes sociales con información no contrastada, ciudades sitiadas y paralizadas, servicios públicos interrumpidos, con una escalada de violencia que no avizora un cese definitivo.

La decisión está en los sectores sociales deponiendo las condiciones rígidas, y buscar mecanismos que equilibren la medida en favor de los sectores relegados. Por parte del gobierno en estructurar los mecanismos que garanticen que los compromisos se cumplan. Defender la paz, tranquilidad y la democracia, no es cuestión de clases sociales o económicas, es el deber mínimo de todo ciudadano que anhela condiciones justas para desarrollarse en los distintos ámbitos.

Gótica es el nombre de una ciudad en la que se desenvuelven las historietas de Batman, se caracteriza por los altos índices delictivos, corrupción, ambientes oscuros y desordenados, donde reina el caos a ojos de quienes ostentan el poder, así, sumidos en la desidia depositan su esperanza en un superhéroe que impulse un proceso esperanzador de retomar la paz social. Sin ánimo de exagerar situación similar vivimos en nuestra tierrita linda la noche del 8 de octubre, las alarmas comunitarias, campanas de iglesias y perifoneos, de varios sectores de la ciudad no paraban de sonar alertando a sus moradores sobre bandas delincuenciales que llevaban a cabo saqueos a domicilios ante la limitada respuesta de la fuerza pública. Estos hechos exigieron una inmediata organización civil con escasos recursos para vigilia permanente en defensa de sus familias y patrimonio, se observaba fogatas en las esquinas, al toque de pitos y cornetas cuando cualquier movimiento inusual se hacía notorio, pero no solo era efecto del pánico, fueron algunos los ajusticiados por la gente y aprehendidos por las autoridades entre disparos. Todo esto producto de una polarización social que se alimentó de odio durante la década pasada, liderada por quién ahora se anuncia como el Batman de esta película de horror quién utiliza los mecanismos más maquiavélicos de desestabilización, usando al sector indígena como caballo de Troya para tomarse el poder, justificado por la eliminación de un subsidio inequitativo que extrae del estado recursos necesarios para sobrellevar el crítico momento económico que heredó el Ecuador del último desgobierno. El pánico no ha terminado, la especulación circula principalmente por redes sociales con información no contrastada, ciudades sitiadas y paralizadas, servicios públicos interrumpidos, con una escalada de violencia que no avizora un cese definitivo.

La decisión está en los sectores sociales deponiendo las condiciones rígidas, y buscar mecanismos que equilibren la medida en favor de los sectores relegados. Por parte del gobierno en estructurar los mecanismos que garanticen que los compromisos se cumplan. Defender la paz, tranquilidad y la democracia, no es cuestión de clases sociales o económicas, es el deber mínimo de todo ciudadano que anhela condiciones justas para desarrollarse en los distintos ámbitos.