La Estación

Mario José Cobo

Más allá de esta absurda galería de luces y propio consumo, más allá del desperdicio y la contaminación, más allá de los comerciales de televisión y los millones de anuncios que vibran en cada esquina, más allá de las deudas implacables en regalos sin ánimo. Aún más allá de las incontables injusticias, guerras y hambre… del pobre, del bueno. Inclusive detrás del niño que desde su concepción es bombardeado por fotos y flashes, likes y hashtags. Allá de las innumerables mujeres que sufren acoso y abuso… más allá inclusive de las que no saben que son víctimas o que están constantemente expuestas. Detrás, bien escondido… ahí en el muro gigante de estereotipos y perjuicios incontables, innombrables; esos que reflejan inseguridad propia, vanidad y orgullo. Más allá de nuestras divisiones culturales que marcan líneas chuecas en lomas polvorientas que están en tierra de nadie… más allá del corrupto que se disfraza de verde para repartir riqueza entre sus bancas, mientras pueblo e infierno no se diferencia por tanta neblina de terremoto y casitas viejas. Aún inclusive detrás de peluquines amarillos y bombas nucleares, detrás del que cree que existe una sola etnia, un solo baile. Más allá del “¡Ho, Ho, Ho!” y las canciones de renos narizones y la “alegría” de envolver regalos, y el empacho por la comida, y el desenfreno y el rojo y el verde y el árbol… detrás de un vidrio obscuro… ahí humilde; aún está este sentimiento, este que te roba el aliento por unos segundos al mirar el pesebre… ya que hay algo en esta época sin embargo, que te hace cruzar ósenos para ver a quien amas, que te dice que todo estará bien y jura que volverán, volverán aquellos tiempos en los que esta época se trataba del calor de una sola estrella entre animales y paja.

Feliz Navidad a todos y prospero Año Nuevo.