Carapaz, de frente y por derecho

Nicolás Merizalde

Acabamos la semana en un país diferente. Un país, al que siento más orgulloso de sí mismo porque nuestras glorias deportivas destacan contra todo pronóstico por sus propios méritos y esfuerzos. Es lamentable, que no podamos decir que aquellos ecuatorianos destacados son producto de los esfuerzos colectivos o el apoyo de las instituciones públicas que deberían velar por su desarrollo. Carapaz, un dechado de virtudes, fue capaz de hablar con franqueza del estado de indefensión en el que se encuentran los deportistas, la falta de oportunidades y apoyo, las calamidades que ha debido superar por su propio mérito. Creo que conjuga tres virtudes importantes para cualquier líder; lo que en ecuatoriano criollo se conoce como ñeque, la franqueza de un hombre que no debe ni teme y la humildad de quien sabe que no necesita demostrar lo mucho que vale.

Tres virtudes que muchos de nuestros políticos no han sabido desarrollar, y no hace falta ni de apoyos ni de ministerios o bonos para poder hacerlo. Es cuestión de mera voluntad, y a algunos no les ha dado la realísima. Podemos darnos cuenta de la falta de ñeque cuando quieren escalar a base de robos y desfalcos, de su poca honestidad las muestras son muchas y de la humildad ni se hace intento, al parecer; hoy lo importante es tener un tierno cachorro entre las manos como prueba incontestable de nuestra calidad humana. Me sobran las dudas.

La humildad es la puerta de la decencia. Y luego de la decisión de la Corte Constitucional de dar luz verde al matrimonio igualitario el pueblo hizo gala de como ambas cosas son más bien escasas en estas tierras. Porque considero, que se han defendido posiciones muy discutibles (ambas) con una triste demagogia de encarcelar a los detractores en etiquetas tan desgastadas e hirientes que francamente me han dejado atónito. Mucho que aprender de Carapaz.