La Casa

Nicolás Merizalde

¿Qué necesita una ciudad para mejorar? Todos podemos asegurar que hace falta buena movilidad, desarrollo urbano, limpieza, cultura y un sinfín de puntos que suman un lugar paradisiaco. Pero sobre todo hace falta ciudadanos (no lo tome como una obviedad), hablo de gente en verdad comprometida y arrebatada por su lugar, para que todas esas cosas se lleguen a dar. Los políticos y alcaldes requieren de mucha valentía para apostar por un futuro que no sea cortoplacista y desde luego, mucha organización; pero también de crear espacios y estrategias que hagan crecer en su pueblo ese sentido de pertenencia y esas ganas de hacer cosas que trasciendan lo individual sin dejar de fomentarlo.

Nebot hablaba en su último discurso esta semana sobre elevar la autoestima de la gente, yo lo llamaría acentuar la identidad, crear raíces y pasión por un lugar. No creo que esto riña con la tolerancia, la diversidad y aquello que según el arquitecto Ricky Burdett define a las ciudades; la mezcla.

Los ambateños indudablemente hemos criado generaciones de gente que quiere a su ciudad, pero el cariño no necesariamente empata con el compromiso. Y un ciudadano debe ser comprometido, y no hablo del compromiso de los comunistas ortodoxos, sino aquel que tiene el miembro de una familia numerosa cuando el clan lo necesita. Nadie quiere mejorar la casa, sino se siente parte de ella; es ese compromiso dulcificado por el cariño. En Madrid, por ejemplo, han creado huertos barriales que hacen a la gente empoderarse de un espacio, alimentando la vida del barrio literal y figurativamente; incluso ha disminuido la delincuencia y me parece una idea magnífica para nuestra ciudad.

Puede que ya haya topado el tema en otras ocasiones, pero con las posesiones de los alcaldes tan frescas no me resistí, y puede que valga la pena la redundancia.