Deseos de Navidad

Jaime López

El calendario gregoriano, instituido por el papa Gregorio XIII, en 1582 y aceptado en la mayoría del mundo, no solo cristiano, determina celebraciones que son prácticamente inamovibles y los seres humanos obedientes a las mismas suelen adaptar sus sentimientos para corresponder a lo que la sana costumbre pide y obliga. La época navideña se llena de buenos deseos y anhelos que deben prodigarse a todos los prójimos cercanos y lejanos, como preludio del próximo año que tiene ser mejor que el que termina. Pero hay también en ella penas y tristezas que de repetidas se convierten en infinitas muchos seres se doblegan y sus lágrimas afloran junto a sus realidades y recuerdos porque suele pasar que quienes las sufren no son culpables sino víctimas, son transeúntes de los caminos colmados de rigores que otros programaron dentro de un ejercicio de vida pública, asumiendo mandatos y obligaciones, que no han podido eliminar porque han sido vencidos por la cruel incapacidad de resolver problemas que van a afectar a tantas vidas presentes y futuras, a tantos hermanos que esperaron respuestas y lo que han hecho es acumular interrogantes. ¿Cómo entonarán los incapaces los himnos navideños? ¿Cómo llenarán el vacío que producen sus brazos para abrazar a quien no puede ocultar su amargura por lo que no recibió? ¿Cómo harán para desearles feliz Navidad? Claro, el refugio y la trinchera está en desearles feliz año nuevo y que ya vendrán mejores días. ¿Cómo harán los irresponsables para dejar de pensar en la Navidad de esa dama ejemplo y dignidad cuyo nombre jamás puede borrarse del interior nuestro, Patricia Ochoa? Y hay tantas ‘Patricias’ en quien pensar. La Navidad 2018 de los ecuatorianos ciertamente debemos llenarla de esperanza, confianza, decisión, de que vamos a conseguir lo que nuestra fe y confianza en nosotros mismos, merecemos mucho nos toca perdonar, pero así mismo hay mucho que no debemos olvidar. Irradiar nuestra energía positiva para que llegue donde nuestros hermanos cercanos a nuestras fronteras, sentirlos junto a nosotros como una sola familia, para que nuestra Navidad, la de aquel y la de todos, sea lo que es. Remanso espiritual colmado de aquel ser en el que todos creemos.