Diplomacia

AUTOR: Freddy Rodríguez

La política internacional ecuatoriana es, para decirlo en términos suaves, un verdadero desastre. Son 11 años ya que las decisiones dentro de nuestra diplomacia se las toma siguiendo los sesgos ideológicos de los cancilleres de turno, respaldados, claro está, por los presidentes Correa y Moreno quienes, por mandato constitucional, tienen la responsabilidad sobre las decisiones de la Cancillería y, obviamente, la última palabra en tan delicadas decisiones. Los papelones que hemos protagonizado en estos 11 revolucionarios años, son dignos de constar en la antología del disparate diplomático: votaciones (o abstenciones) vergonzosas en los organismos internacionales, alineándonos con posiciones abanderadas por regímenes oprobiosos, o dejando de apoyar ponencias que critiquen abiertamente a esos regímenes. El franco respaldo que ha dado nuestra actual Canciller al despótico régimen de Maduro en Venezuela, al corrupto Ortega en Nicaragua, o al anacrónico Castro en Cuba, son una muestra fehaciente de los desaciertos en la materia, unidos a la imprudencia al presentar candidatos impresentables para importantes embajadas, como sucedió con el Dr. Alexis Mera, propuesto para la embajada en Estados Unidos, país que, con su silencio, mostró su disconformidad, que contrastó con el beneplácito inmediato al diplomático Dr. Francisco Carrión (al menos un acierto). Cuando creíamos que las meteduras de pata no podían ser peores, nos enteramos de la naturalización del pirata informático Julián Assange, incómodo huésped desde hace cinco años en nuestra embajada en Londres, naturalización que se la concede dizque en protección de sus “derechos humanos”, pero con un trasfondo que nos ha llenado de indignación y vergüenza: con recursos de tinterillo, pretendieron engañar al gobierno inglés, y otorgarle a Assange la categoría de “diplomático”, para beneficiarlo con la inmunidad, burda patraña rápidamente advertida por los ingleses, y de la cual los ecuatorianos nos enteramos gracias a la “prensa corrupta” y a las redes sociales. ¿Acaso la Canciller no supo que Assange se refirió a Ecuador como un país insignificante? ¿Dónde quedó nuestra dignidad?