La historia viviente de Ambato en el Parque Montalvo

Alegría. Por momentos la banca del parque se vuelve pequeña para el grupo de amigos.
Alegría. Por momentos la banca del parque se vuelve pequeña para el grupo de amigos.

Las tardes de bullicio en el centro de la ciudad no parecen calmarse en el Parque Montalvo, donde un grupo de jubilados se reúne con grabadora en mano para disfrutar de una conversación amena al ritmo de pasillos, tangos u otros géneros musicales.

Entre risas este grupo de caballeros ambateños, vestidos con tal elegancia de terno y zapatos, relatan y debaten sobre política, economía o sobre sus vivencias a lo largo de los 70, 80 o 91 años de vida.

Cotidianidad

Una de las bancas del parque, construida en memoria del ‘Cervantes de América’, es el punto de encuentro, la musa de la pileta e incluso las palomas optan por hacerles compañía mientas descansan bajo ese frondoso árbol que les proporciona sombra en los días soleados.

Al ritmo de los boleros y los pasillos es inevitable no verlos felices, como en sus mejores años, compartiendo un tabaco y una sonrisa, el más longevo del grupo de amigos jubilados tiene 91 años y es uno de los más alegres, aseguran sus compañeros.

Este grupo de adultos mayores son parte de la memoria viva de la ciudad, pues muchos de ellos sufrieron los estragos del terremoto del 1949, origen de la Fiesta de la Fruta y de las Flores, recuerdan cómo era, la vida, el trabajo, los juegos, la gente y hasta las calles de antaño.

“Mucha gente y viene nos toman fotos”, comentó Wilson Cevallos, jubilado de 77 años quien opta por llegar al parque para distraerse y al preguntarle hasta cuándo seguirá volviendo a encontrarse con sus amigos, su respuesta fue única “hasta que parta al otro mundo”.

DATO
El mayor del grupo de amigos tiene 91 añosLa hora de encuentro es desde las 14:00 hasta las 17:00, entre los recuerdos de Wilson Cevallos con pena afirma que compañeros que “estando sanos y buenos se han muerto”, igualmente aseguró que todos son amigos, incluso algunas veces parecen conocerse de toda la vida. “Ya jubilado no hay que hacer ni donde ir aquí nos distraemos”, dijo.

Historias

Eduardo Cevallos, de 83 años, recuerda cuando trabajó como colaborador en la tercera presidencia de Velasco Ibarra, “él era un hombre muy correcto y honesto”, manifestó el alegre personaje quien se lamenta por los actos de corrupción de la clase política de los último años.

Dijo ya no acudir con frecuencia a las reuniones en el parque, pues su salud se ha ido deteriorando, su forma de ver la vida comparada con la de antaño se ha vuelto más crítica, “ahora las gente ya no tiene ni para comer, antes no era así, antes vivíamos todos tranquilos”, comenta.

Todo apunta a que este grupo de adultos mayores seguirá juntándose en la misma banca y a la misma hora para seguir platicando de sus anécdotas y vivencias, mientras la vida y las generaciones siguen pasando frente a sus ojos. (RMC)