Archívese

Freddy Rodríguez

Así de simple. “Archívese”. Para el Consejo de Administración Legislativa de la Asamblea Nacional (CAL), integrado por cinco asambleístas de Alianza PAIS y dos de la oposición, el pedido de juicio político en contra del Vicepresidente Jorge Glas por presuntos actos de corrupción, no reunió los requisitos exigidos por la Constitución y la ley para que se lo acepte a trámite, pese a las graves denuncias que existen en contra de ex funcionarios públicos que, en algún momento, dependieron jerárquicamente del señor Glas, en las distintas funciones que este ocupó en el gobierno del ex Presidente Rafael Correa, así como de algunos “particulares”, involucrados también en estos hechos quizá como “tramitadores”, entre ellos un tío del Vicepresidente. Los cinco asambleístas del oficialismo votaron por el archivo del pedido de juicio político y, como ocurrió en el pasado, pusieron un muro infranqueable para impedir que el país tenga la oportunidad de que en la Asamblea el alto funcionario responda directamente a las preguntas sobre su posible participación en los graves hechos de corrupción que se han denunciado.

“El que nada debe, nada teme”, dice un viejo adagio, por lo que, suponiendo que las acusaciones fueren todas infundadas, el mejor escenario para desvirtuarlas era la Asamblea. Lo cierto es que la arquitectura política y legal construida por la revolución ciudadana, ha impedido una vez más que comparezcan altos funcionarios y sean interpelados, para evitar, según afirmaron en cada ocasión, que se propicien “shows políticos” o “que se le haga el juego a la derecha”.

Recuerdo claramente que en el correato algunos asambleístas de Alianza PAIS intentaron enjuiciar políticamente al ex Fiscal Washington Pesantez, pero fue el propio ex mandamás quien se opuso y, como de costumbre, los sumisos asambleístas de gobierno obedecieron. Nos quedaremos pues con las ganas de escuchar la versión de Glas sobre cómo fue que no vio, no oyó ni se enteró del festín de corrupción que ocurría a su alrededor, y cómo fue que su querido tío tuvo la ocasión de realizar pingües negocios con la empresa Odebrecht. “Hay que cambiar algo, para que nada cambie”.