Eduardo Vega viaja a pie para reclamar atención en el IESS de Ambato

Eduardo junto a su esposa, en su trayecto por la carretera Ambato-Quito, viajando a pie.
CASO. Eduardo junto a su esposa, en su trayecto por la carretera Ambato-Quito, viajando a pie.

El sol incandescente, el paso de los carros en la vía, era tan rápido que parecían estar volando. Personas yendo, viniendo y a un costado de la carretera, él, José Eduardo Vega Miranda.

Su paso es lento, su dolor intenso, su espalda ya no puede más, sus piernas apenas aguantan su peso. Siete veces fueron sometidas a intervenciones quirúrgicas, tiene algunas prótesis y apenas puede seguir de pie.

Con dos operaciones en su espalda y su rodilla, así emprendió el largo camino desde Ambato a Quito.

Sí, a pie. Caminando paso a paso, con sus manos apoyadas sobre la barra del coche de bebé que fue de su nieta y que hoy le sirve como ayuda para sostener su caminar. “Ya no avanzo señores”, repetía.

En el coche lleva mercadería que espera vender y una gorda carpeta con su historial médico. Hay una lesión en su espalda que necesita ser corregida mediante una cirugía, eso le molesta.

 

EL DATO
Actualmente Eduardo necesita un bypass gástrico y una cirugía 
en la columna para poder mejorar su calidad de vida.

 

Llorar ya no es suficiente, igual lo ha hecho ya tantas veces por 18 años, que parece que se acostumbró al dolor, pero no al dolor solamente físico, sino al dolor moral, emocional, a la frustración de sentirse que no vale nada para un sistema que le quitó mucho.

“Toda la vida me descontaron el pago del Seguro Social, lo menos que esperaba era recibir una buena atención médica, pero es triste que tenga que casi mendigar algo que es mi derecho”, dijo sollozante.

En una mochila de tela guardó sus pocas pertenencias, algo de ropa y el escaso dinero con el que subsiste.

A las 06:00 del lunes 31 de enero emprendió el viaje. A las 16:00, cerca de llegar a Latacunga, un aguacero los recibió.

“Se nos mojaron las cositas, por eso les vamos llevando un poco más dispersas para que puedan secarse”, mencionó apenado.

Sin embargo, la lluvia no impidió que siguiera la ruta. La consigna fue clara. Llegar a Quito para ser escuchados por alguna autoridad que pudiera atender sus clamores, pero sobre todo, que les ayudara a entender por qué debían ser víctimas de malos tratos y discriminación en un lugar donde contrario a ello, esperaban algo de lo que ellos mismos dicen “misericordia”.

Misericordia ante una condición médica con la que Eduardo tiene que lidiar. Misericordia con su esposa Rosaura, quien al final es el soporte de consuelo para su “gordito”, como con tanto cariño lo trata, por quien llora y por quien se sumó a esta travesía.

 

AYUDA. Rosaura Rodríguez, su esposa, es quien le cuida.

 

El caso

De aquel deportista y muy trabajador conserje del Liceo Montalvo, no queda ni la sombra. Una aparatosa caída lo marcó de por vida.

Eduardo es afiliado al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Aporta fielmente a la entidad desde el inicio de su vida laboral y no fue por su voluntad, es que el sistema así lo establece. Ese mismo sistema del que esperaba recibir al menos reciprocidad en servicios, que más que una obligación son un derecho ganado.

De la mano de Rosaura Rodríguez, Eduardo, cansado de “mendigar buena atención en el IESS de Ambato”, decidió protestar. No lo hizo gritando, ni siquiera tiene ya fuerzas para eso.

Su doloroso recorrido es su forma de marcar precedentes. “Estoy caminando a Quito para hacerle saber a las autoridades del IESS, que aquí hay seres humanos, que pagamos una pensión mensual y merecemos respeto, una atención digna”, dijo mientras el cansancio volvía a apoderarse de él.

Muchas veces, Eduardo fue relegado del IESS de Ambato, viajó buscando ayuda a Quito, Ibarra, Guayaquil y Riobamba, en donde algo de alivio recibió. Aunque insiste en que, “tener que mendigar por atención en mi propia tierra y tener que irme a otro lado, es lo más doloroso que hay”.

 

CIFRA: 9 cirugías ha tenido que realizarse Eduardo, que actualmente tiene 59 años.

 

Maltrato ha sido constante

Por siete veces Eduardo fue puesto en lista de espera para ser sometido a una de las cirugías que necesitaba, tristemente nunca fue atendido en el IESS de Ambato. Muchas de sus intervenciones fueron en otros cantones o en entidades privadas, todas, fuera de su ciudad.

Con un sueldo de 560 dólares, del que apenas recibe 213 por la cantidad de descuentos, incluido el de la Seguridad Social y préstamos quirografarios, intenta adquirir lo que apenas le alcanza en medicamentos, porque para la comida y el arriendo de su casa en Atocha, “hay que ver de dónde sale, tengo que seguir luchando por mi vida”, dice con la voz entrecortada.

Con la amenaza de quedar postrado de por vida, Eduardo intenta no dejarse vencer por sus enfermedades.

Hace dos años, fue diagnosticado con una grave fractura en su columna, pero “nuevamente no me quieren atender, por lo de la pandemia era comprensible, pero ahora ya todo casi se ha normalizado y otra vez se niegan a ayudarme, no aguanté más, hice un escándalo y ahora sí ya hay los instrumentos, ya pueden operarme, pero les hago una pregunta, ¿es necesario hacer eso para tener atención?”

Rosaura apoya a su esposo en este recorrido que tiene forma de lucha. Lo acompaña, lo consuela, le da el ánimo que perdió hace mucho tiempo. Es ella, quien mientras le limpia las lágrimas que se confunden con el sudor del agotamiento, le repite lo lindo que fue conocerlo y recibir de él, una flor todos los días.

Una pausa en el recorrido hubo que hacer, nuevamente el dolor invadió a Eduardo y una señalética de tránsito le sirvió para apoyarse antes de continuar.

 

VENTA. La pareja lleva mercadería que espera vender en el camino para financiar su viaje.

 

Le negaron la jubilación

Con cerca de 60 certificados médicos, Eduardo justifica su ausencia laboral en la entidad Teresa Flor a la que fue asignado por su condición médica. El 15 de noviembre de 2019, un documento daba cuenta de la necesidad de cesar sus funciones laborales.

Algo de calma brindaba la idea de jubilarse, pero fue en vano. Para el 27 de enero de 2020, su solicitud fue negada. En aprobación unánime y pese a su deteriorado estado de salud, su pedido fue rechazado, debiendo continuar en funciones, pues parece que, para las autoridades que evaluaron su caso, está lo suficientemente ‘sano’ para seguir trabajando.

“Cuando camino por las calles me arrimo en las paredes. Hay gente que piensa que estoy en estado etílico, pero la verdad es que ya no puedo caminar. No estoy pidiendo plata ni que me regalen nada, lo único que pido es que me oigan, que por favor se conduelan de nosotros y de mucha gente que en el IESS no es atendida”, argumentó Eduardo, mientras continuaba empujando su coche.

Hasta el cierre de esta cobertura, los esposos tenían como objetivo llegar a Quito, aunque, por segunda ocasión Eduardo paró para sobrellevar el dolor que dice, “parece que me clavan un cuchillo en la espalda”.

A su retorno, esperan regresar con una respuesta, que alguien atienda su pedido y el de muchos que estén en la misma situación. Y por supuesto, contar con la ansiada operación para su espalda y la manga gástrica que necesita para mermar el peso que posee y aliviar sus dolencias.

 

Respuesta

Diario La Hora hizo contacto con representantes del IESS en Ambato para conocer su posición frente al caso de Eduardo, sin embargo, se solicitó que se envíe el pedido por escrito a varios funcionarios. Hasta el cierre de la edición no se recibió ninguna respuesta. (MAG)

 

Necesitan ayuda

A medida que avanzaba en el camino, su esposa lo abrazaba. El cariño aquí no falta, pero las necesidades económicas sí se hacen notar. Esta familia de escasos recursos se dedica al comercio informal para tratar de sostener su hogar.

“Si alguien desea ayudarnos comprando lo que vendemos pueden llamarnos, no pedimos caridad”, insistió Eduardo.

Si usted desea colaborar con estas personas, puede comunicarse a los número 0995 083 323 o al 0992 844 123.