Una escuela que surge con la dedicación de los entrenadores, deportistas y padres de familia que ven aquí un espacio de educación para la vida.
Fotografías y texto: Alex Villacis Guevara
Minutos antes de las 18:30 se ve llegar a niñas y jóvenes hasta el sector del estadio Alterno en la avenida Bolivariana, en Ambato, ingresan a lo que alguna vez fueron las instalaciones para la práctica de tiro de la Federación Deportiva de Tungurahua y que desde hace algunos años se nota que nadie las ha ocupado.
Adentro el panorama es distinto, las paredes han sido pintadas, hay un ring de box hecho con varias sogas y tubos, tres ‘cuchimbolos’ negros cuelgan de una estructura de metal, quienes van llegando saludan al entrenador con un choque de puños y comienzan a equiparse.
La mitad de quienes entrenan aquí son mujeres y varias de ellas han participado en competencias y ganado varias medallas representando al ‘Team Yanzapanta’ y a la provincia.
Este espacio comenzó a cambiar su apariencia desde que la escuela dirigida por el exboxeador Henry Yanzapanta comenzó a funcionar, pues los padres de familia y el entrenador compraron nuevas láminas de zinc y comenzaron a equipar, lo que para muchos se ha convertido en un segundo hogar.
La práctica y la motivación
El entrenamiento es exigente, comienzan con movimientos de articulaciones y pasan a correr, luego van con la técnica y comienzan con el trabajo personalizado, donde uno por uno se enfrenta a las manoplas que son una especie de grandes guantes acolchados que cuando el entrenador comienza a cantar un número, cada golpe que debe ser lanzado o esquivado.
Henry grita desde todos los espacios, motiva, llama a cada uno por su nombre, se apasiona como buen exboxeador, pues como él dice: “Hay que entrenar duro porque uno puede prepararse más de un año, pero la pelea y participación en esa competencia se puede terminar en minutos”.











