Pandillas colegiales se reproducen en Tungurahua

Los estudiantes se reúnen en distintos lugares fuera de las instituciones educativas para beber y pelear con sus
Situación. Los estudiantes se reúnen en distintos lugares fuera de las instituciones educativas para beber y pelear con sus rivales.

Joel, tiene 16 años, estudia en el primer año de bachillerato. Era tranquilo, amable, buen estudiante, respetuoso, así lo recuerda su madre.

Sin embargo, de repente, su carácter cambió, se volvió frío y agresivo desde hace un año, la mujer asegura que está consciente de los cambios que tiene un adolescente, pero menciona que no es normal que su hijo sea tan agresivo.

La madre relató que por varias ocasiones el adolescente llegaba muy tarde del colegio, por lo que decidió esperarlo a la salida de la institución.

Observó que su hijo se reunía con otros jóvenes, en una especie de minipandilla, para luego de clases trasladarse a un parque cercano donde empezaron a beber alcohol y luego iniciaron una pelea con otro grupo de adolescentes, supuestamente el grupo rival.

Eso la aterró y buscó ayuda para evitar que su hijo tenga más problemas por estas compañías.

 

EL DATO
Según el Informe Estado Mundial de la Infancia de 2021 
de la Unicef, uno de cada siete adolescentes en el mundo 
entre los 10 y los 19 años (el 13%) tiene un trastorno 
mental diagnosticado.

 

 

Un secreto a voces

Mario, nombre protegido, es estudiante de bachillerato y cuenta que en su colegio se conocen cuáles son los dos grupos dominantes.

“Hay como cuatro o cinco grupos, pero dos son los más fuertes, ellos incluso se pelean por tener más integrantes, se retan y definen con quién se queda el chico que quiere entrar”, dijo.

El estudiante aseguró que tienen temor de denunciar lo que ocurre, pues no saben qué pueden hacer sus compañeros si los delatan, o qué dirán los padres de familia.

Para Carlos L., padre de familia, la situación se sale de las manos, pues más adolescentes se ven inmersos en estas situaciones de violencia y alcohol, pero reconoce que mucha de la responsabilidad es de los padres que deben tomarles más atención a sus hijos.

“No se cuenta con las herramientas suficientes para afrontar una educación en una sociedad bombardeada por información sesgada, de las redes sociales y el internet, que hacen de la violencia, el sexo y el alcohol una normalidad”, comentó.

 

 

 

Autoridad

Paulina Salazar, coordinadora zona 3 de Educación, señaló que se trabaja permanentemente para minimizar estos riesgos en los estudiantes, por ello aseguró que dentro de las instituciones educativas no se han detectado estos casos, pero sí existen reportes de que sucede fuera de la escuelas y colegios.

A decir de la funcionaria, se han planificado rutas y protocolos de detección de violencia o situaciones de riesgo de los estudiantes, así como también un trabajo preventivo.

Por ello, instó a los padres de familia a acercarse más a sus hijos y, sobre todo, a coordinar con la comunidad educativa, docentes y personal del DECE para que estas situaciones se controlen de manera efectiva. (FCT)

 

 

 

Análisis

Gisela Rodríguez, psicóloga, aseguró que desde el retorno a la presencialidad luego de la pandemia, los impulsos agresivos de los estudiantes se incrementaron, más aún en aquellos que vienen de entornos complejos o familias ausentes o disfuncionales.

Según la experta, los adolescentes y niños presentan cuadros de irritabilidad, estrés y conflicto, que vienen acompañados por la desatención en diferentes aspectos.

Rodríguez añade además, que es el mismo contexto social al que está expuesto el adolescente el que reproduce con sus pares.

“La violencia generalizada e idealizada como método de supervivencia, que se emite en internet, es lo que está cultivando este tipo de conductas”, comentó.