Estudiantes retornan a las aulas en Tungurahua

Protocolos. Varias son las medidas de bioseguridad que se aplican en las escuelas.

Se levanta temprano, la emoción se desborda, hay un millón de dudas, prepara su mochila, acomoda sus cuadernos uno por uno, la llena de materiales, pero también de ilusiones, pues luego de casi un año de que se suspendieran las clases por la pandemia provocada por el coronavirus, Erika Carrasco, estudiante de segundo año de básica regresa a las aulas.

Con una gran sonrisa la pequeña prepara el uniforme, pero primero busca sus insumos más importantes para este retorno, su mascarilla y un pequeño frasco de alcohol.

Erika recorre su localidad rumbo a la escuela que se encuentra cerca de su casa, camina presurosa y en momentos la alegría explota provocando un pequeño salto, es imposible ocultar su felicidad. “Es que aquí sí puedo aprender”, comenta, al tiempo de asegurar que en casa era imposible, no solo porque tiene que estar sola, pues sus padres salen a trabajar y aun cuando estaban en casa no siempre lograban comprender las indicaciones para poder ayudarla.

Un control estricto la recibe al ingreso de la institución educativa, pero eso no incomoda a Erika, ella sabe que es parte de las cosas que se deben cumplir para que pueda estar en la escuela. Aquí se desinfecta el calzado y la ropa, a la par paramédicos del Cuerpo de Bomberos de Cevallos le toman la temperatura. “También debo siempre estar lejitos, a dos metros de distancia”, asegura, mientras ingresa a su aula.

Saluda emocionada con sus cuatro amigos del aula, y aunque las mascarillas tapan sus rostros no pueden contener las carcajadas. “Que grande, estás más alta, que bueno verte, nos vamos juntas a la salida”, son algunas de las expresiones de las pequeñas, mientras se sientan en las bancas donde se les ha permitido, pues muchas tienen cintas de peligro, recordándoles de esta forma los cuidados que deben tener en cuenta.

Como Erika, 49 estudiantes desde inicial hasta tercero de bachillerato de la Escuela Alberto Guerra, ubicada en un barrio rural de Cevallos, retomaron las clases presenciales, al igual que 10 instituciones educativas en Tungurahua, esto como parte del plan de retorno progresivo a las aulas.

77  escuelas a nivel del país se encuentran aprobadas 
por el COE Nacional para regresar a las aulas.

 

Pedido

Uno de los requisitos primordiales para este retorno progresivo a las aulas está marcado por la solicitud expresa de los padres de familia.

“Estoy contenta de que mis hijos vuelvan a clases, aquí si van a aprender”, manifestó Ana Caiza, madre de familia de tres niños que son parte de este retorno, y reconoce que ella pidió que así sea, pues en casa no entendían las tareas y lo que es peor no podían recibir clases de forma virtual al no contar con la conexión y peor con la tecnología.

“Tenía que hacer recarga, a veces no había señal y mi teléfono no vale para eso”, dijo al tiempo de asegurar que no le importa lo que la gente diga, pues solo ella sabe lo difícil que es tener a tres pequeños en casa y no poderles enseñar nada, sin mencionar que muchas veces se quedan solos en la vivienda porque ella tiene que trabajar.

LUGAR. En el cantón Cevallos se encuentra una de las unidades educativas que retornaron a clases.

 

Protocolos

Monserrat Creamer, ministra de Educación, en diálogo con Diario La Hora Tungurahua, explicó que en la Zona 3 son 27 escuelas que están aprobadas para el retorno progresivo, de las cuales 10 son de Tungurahua, entre las cuales nueve son fiscales y una particular.

Además, aseguró que la asistencia en primera instancia es netamente voluntaria, es decir que las familias son quienes expresan su deseo de que sus hijos retornen a las aulas, de no aceptar se continuará con las alternativas de aprendamos en casa u otra modalidad.

La Ministra aseguró que este plan es un ejercicio de autonomía responsable, pues son las familias, autoridades y docentes quienes revisan, adecuan la infraestructura y llegan a acuerdos.

“Dependiendo el nivel de contagio de la localidad, que se trabaja con el Ministerio de Salud, se determina si es que solamente van dos días por semana, a qué grados y a qué asignaturas”, dijo.

Para Creamer los protocolos de seguridad son estrictos en estas instituciones que retornan a clases, y lo principal es el distanciamiento, el uso de mascarilla, la desinfección, entre otras medidas, es por ello que en las escuelas se han generado señaléticas claras para el flujo de los estudiantes e incluso de los docentes dentro del aula.

Según indicó se llevan ya cuatro meses en este proyecto y hay más familias que aceptan el regreso a las aulas de sus hijos, pues evidencian que estar confinados por casi un año afecta a los niños y adolescentes emocional y psicosocialmente.

“Tener un año de confinamiento ha sido muy fuerte para todos, pero sobre todo a los niños y jóvenes les está afectando mucho en la parte emocional y los aprendizajes”, afirmó Creamer, al tiempo de asegurar que el Ministerio está preparado para un retorno progresivo cuando las familias así lo consideren. (FCT)