Cerca de 5 mil estudiantes no regresaron a las aulas en Tungurahua

Varios adolescentes cambiaron su formación académica por quehaceres domésticos, trabajos o migración.
Situación. Varios adolescentes cambiaron su formación académica por quehaceres domésticos, trabajos o migración.

Johana tiene 16 años, terminó el primer año de bachillerato con varias dificultades.

A pesar del esfuerzo de sus padres por darle todo lo necesario para que siga estudiando, a ella no le atrae continuar con sus estudios.

Asegura que en la pandemia se puso a trabajar y consiguió algo de dinero con lo que pudo comprarse ropa, la ropa que sus padres no podían darle.

Por ello ahora prefiere salir a trabajar y aunque está consciente de que no es la mejor opción, dejó el colegio.

Situación similar es la que vivió Maritza. Ella tiene 17 años y dejó el colegio, también en primero de bachillerato, debido a la brecha que provocó la pandemia, pues no se sentía a gusto con las clases virtuales.

La adolescente en la actualidad salió del país en busca de mejores oportunidades.

 

CIFRA

  • 131.666 ESTUDIANTES Se matricularon para el periodo 2022 – 2023.
  • 4.934 ESTUDIANTES Menos que el periodo lectivo pasado se matricularon este año.

 

 

Pero no todos dejan de estudiar por ese motivo, pues Daniel de 17 años, no cuenta con los recursos para hacerlo, pues vive solo con su madre y debe ayudarle a mantener a sus otros cuatro hermanos.

“Desde que el papá de mis hermanitos se fue, hace cuatro años, me tocó asumir una responsabilidad muy grande, por eso solo acabé hasta décimo año y espero poder retomar mis estudios cuando mis pequeños ya sean por lo menos bachilleres”, dijo el adolescente que trabaja en una fábrica de zapatos.

Estos adolescentes forman parte de los cerca de 5 mil estudiantes que no regresaron a las aulas en Tungurahua. Según el Ministerio de Educación, no se puede hablar de deserción escolar, la realidad es preocupante.

 

EL DATO
Según la Unicef en 2021 en Ecuador, alrededor de 90.000 
estudiantes ya estaban fuera del sistema educativo.

 

Datos oficiales

Según estos datos del Ministerio de Educación en el periodo lectivo 2021 – 2922 se matricularon 136.600, pero para el año 2022 – 2023 únicamente 131.666, es decir 4.934 estudiantes menos.

Además, se indicó que las provincias con menos jóvenes matriculados son Pichincha, Cotopaxi, Azuay, Cañar, Bolívar, Chimborazo, Tungurahua y Napo.

Para la Dirección Técnica Zonal de Apoyo Seguimiento y Regulación de la Educación del Ministerio de Educación, la diferencia de estudiantes no son casos de deserción, porque algunos estudiantes se fueron a otros planteles en otras provincias, migraron con sus padres y no quiere decir que hayan dejado de estudiar, pero no se cuenta con una cifra real de quiénes sí siguen estudiando y quiénes ya no.

 


TOME NOTA 
El Banco Mundial estima una pérdida de USD 10 billones 
en ingresos a nivel global debido al decrecimiento del 
nivel educativo y al riesgo de que los niños queden 
fuera del sistema.

 

 

Desde la Coordinación Zonal 3 de Educación se indicó que cuando un estudiante deja de asistir a las clases, el docente tiene la obligación de contactarse con los padres para conocer el motivo de las inasistencias y realizar el seguimiento para cumplimiento y apoyo pedagógico si lo requiere.

“Si  corresponde a un caso de abandono escolar se refiere al Departamento de Consejería Estudiantil (DECE) para realizar la motivación al representante legal”, se indicó al tiempo de asegurar que de ser necesario se realizan visitas domiciliarias.

Mientras que, si el abandono escolar de un estudiante es decisión del padre o representante legal, este debe firmar una carta de desistimiento que, en casos de sospecha de vulneración de derechos de los menores, se pasa un informe de reporte de vulneración de derechos a la Junta Cantonal de Derechos de Protección para seguimiento del caso. (FCT)

 

EL DATO
Cuando un estudiante deja de asistir a las clases, 
el docente está en la obligación de contactarse con 
los padres para conocer el motivo de las inasistencias 
y realizar el seguimiento a cada caso.

 

 

Qué pasa

Para el sociólogo Jorge Vásquez, el tema es muy complejo y pasa por las condiciones económicas de cada hogar en el país.

Comenta que ante la necesidad de generar recursos para sostener sus familias, durante la pandemia, muchos niños y jóvenes tuvieron que trabajar y el tener recursos propios genera una sensación de seguridad que hace que, sobre todo, a los adolescentes el estudiar ya no se les haga atractivo.
“Tener autonomía, libertad y sensación de poder es lo que genera en las personas el contar con recursos propios, mucho más en los jovencitos, por eso una vez que sintieron que el estar ‘produciendo’ es más efectivo que estar en las aulas es difícil que se los convenza de regresar a clases”, sostuvo Vásquez.

Añadió que el acceso a la educación no solo se trata de que no se pague nada en las escuelas, se les entregue uniformes y libros a los estudiantes, sino de crear las condiciones necesarias para que los niños y jóvenes puedan dedicarse a estudiar sin la preocupación de tener que aportar algo en sus casas para que la situación sea menos precaria.

“Si los niños y jóvenes ven que sus padres cuentan con los recursos necesarios para sostenerlos, van a sentirse en la libertad de estudiar y querer mejorar sus condiciones para no repetir patrones de pobreza con los que crecieron sus abuelos, sus padres ahora ellos”, puntualizó Vásquez.