La máchica se obtiene después de moler granos tostados de la cebada cultivada en Cotopaxi, Chimborazo, Tungurahua y otras provincias de la sierra ecuatoriana.
La máchica se puede comer cruda, hervida o asada, conservando su aroma a grano tostado y manteniendo su valor nutricional.
La manera más común de comerla es en el ‘chapo’, una mezcla con agua, café, té o leche, y algún endulzante como la panela o la miel de abeja.
La harina de cebada contiene proteínas, calcio, hierro, yodo, vitaminas A, B12, C, D, E, fósforo, hierro, potasio, magnesio y sobre todo fibra.
Todos estos componentes presentan grandes beneficios para la salud, entre ellos un correcto equilibrio de los líquidos corporales y temperatura por su alto contenido en potasio.
Además, sus grandes concentraciones de fibra facilitan el tránsito intestinal, mejoran la asimilación de enzimas y protegen el corazón por su baja cantidad de grasa.
En Ambato y ciudades cercanas existían decenas de molinos de granos y cereales andinos que actualmente han desaparecido casi en su totalidad. (RMC)