Lo bueno, lo malo y feo de los grupos de WhatsApp

Es el servicio de mensajería instantánea más importante del mundo. A diario millones de personas se unen al servicio para comunicarse con otras personas y esta es una de sus principales virtudes.

Todos estamos en uno o más de uno. De hecho, en la cantidad esté quizás el problema.

Los grupos de WhatsApp se han multiplicado como Gremlins. Para saber lidiar con ellos, la psicóloga Lorena Pastor da unas claves.

Prioridad

Identifica cuáles son los grupos o las personas a las cuales tienes que responder inmediatamente y cuáles pueden esperar. Depende de qué actividades haces.

¿Trabajas, eres padre, madre, tienes un negocio o todos a la vez?  Tú sabes qué se comparte en cada uno y cuál amerita una respuesta inmediata y cuál no.

Autocontrol

¿Son los demás los que presionan por respuestas o eres tú el que no puede dejar de responder de inmediato?  «Tenemos la tendencia a pensar que apenas recibo el mensaje lo debo leer y lo debo responder y eso no es así», dice Pástor.

No es necesario contestar inmediatamente a todas las comunicaciones que recibo. Nuevamente debo evaluar qué es urgente.

“Cada persona debe saber cómo actúa frente a la tecnología; por ejemplo, si sé que soy una persona a quien se le dificulta no responder apenas recibo un mensaje, lo conveniente es mantener los chats y cualquier notificación en silencio”, explica.

La dosis

Como con toda herramienta tecnológica, el abuso puede ser el problema porque al final hay demasiada información y no sabemos a cuál prestar atención. Los chats ideales, señala Pástor, son aquellos que se generan para situaciones concretas y proyectos específicos.

Reglas

En cada chat debe haber reglas de funcionamiento, qué se puede compartir y qué no, cuánto tiempo de vida tendrá y los objetivos de creación.  Los chats que son para eventos sociales, como cumpleaños, deben ser mantenidos en silencio, recomienda la psicóloga, porque pueden distraer.

Es bastante difícil si no imposible, pedir que no lo incluyan en un chat. Lo que se debería hacer a través de las áreas de recursos humanos o de comunicación interna, definir las políticas de funcionamiento de los chats (objetivo del chat, reglas del chat, horario de uso, temas no permitidos, incluso libertad para salir del chat si no es indispensable estar ahí).

En esta época de teletrabajo, los chats informativos también son muy útiles. En estos chats solo un responsable envía comunicación organizacional y nadie puede responder.

En los chats que abre el jefe inmediato, por ejemplo, la utilidad dependerá del uso que le den y las reglas que tenga; sobre todo, el horario de respuesta. El que tengamos el WhatsApp a disposición, no quiere decir que debamos responder o escribir a cualquier hora, aclara la psicóloga.

El tono

Uno de los desafíos de la comunicación por escrito, por WhatsApp o por correo es el tono de voz. Los emoticonos y los stickers han ayudado, pero en el ámbito laboral, no siempre se puede utilizar un emoticón, puede no verse profesional. A veces tampoco es recomendable utilizar las negrilla o itálicas porque pueden dar pie a una mala comunicación (lo mismo pasa con las mayúsculas que son asociadas con gritos).

Así que lo que recomienda Pástor es evitar lo que más se pueda las ambigüedades. También es responsabilidad del receptor si tiene una duda sobre el tono; puede preguntar «me pareció a través de tu correo que estabas un poco molesta» «me pareció que había como un reclamo».

Siempre es bueno el feedback sobre lo que yo entendí y que la otra persona te refuerce si fue así o no. Esto requiere mucha madurez y mucha apertura.

Reuninitis

Cuando hablamos de comunicación durante la pandemia, creo que uno de los grandes aliados fueron o son las plataformas virtuales como Googlemeet, Zoom, etc.

Permiten reuniones virtuales y así se eliminan barreras comunicacionales propias del WhatsApp o del correo electrónico.  Pero puede pasar lo que con la presencialidad, explica Pástor, que ahora todo se convierta en reunión.

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