Según el informe titulado “Centros de datos globales: dimensionamiento y resolución de CO2”, se espera que para el año 2030, la industria emita alrededor de 2.500 millones de toneladas de gases de efecto invernadero anualmente.
Un estudio del banco de inversión Morgan Stanley ha puesto sobre la mesa una preocupación ambiental significativa: el rápido desarrollo de la inteligencia artificial generativa podría provocar un aumento dramático en las emisiones de dióxido de carbono de los centros de datos, una cifra que triplica las proyecciones sin considerar el impacto de la IA generativa.
Un incremento exponencial en emisiones
El estudio detalla que, actualmente, las emisiones de CO2 derivadas de la construcción y operación de centros de datos están en torno a 200 millones de toneladas anuales. Sin embargo, con la creciente demanda impulsada por la IA, esta cifra podría saltar a 600 millones de toneladas para 2030. Este aumento se debe principalmente al consumo de electricidad, que representa el 60% de las emisiones totales, con el resto proveniente del carbono incorporado en la producción de materiales y construcción de infraestructura.
Oportunidades en la descarbonización
Frente a este panorama, Morgan Stanley también identifica oportunidades en el mercado de soluciones de descarbonización. La captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS), junto con la eliminación directa de dióxido de carbono (CDR), son tecnologías que los analistas anticipan verán una demanda significativa por parte de los principales operadores de centros de datos a hiperescala. Además, proyectos de reforestación se perfilan como una herramienta esencial para contrarrestar las emisiones, apuntando hacia una mayor inversión en iniciativas de neutralidad de carbono.
Capacidad de centros de datos en ascenso
El informe también señala que la capacidad total de los centros de datos a hiperescala podría casi triplicarse en los próximos seis años, impulsada por la necesidad de procesar y almacenar los datos masivos generados por la IA. Este crecimiento no solo representa un desafío ambiental sino también una oportunidad para innovar en eficiencias energéticas y tecnologías de reducción de carbono. El estudio de Morgan Stanley no solo alerta sobre las implicaciones ambientales del auge de la IA sino que también subraya la urgencia de adoptar y desarrollar tecnologías y prácticas que puedan mitigar estos efectos, asegurando que el avance tecnológico no se traduzca en un retroceso para el medio ambiente.(JNG)